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jueves, 3 de julio de 2014

"Está en juego la familia humana y su futuro", reflexiones de un experto en Filosofía Política.





Se impone una parodia de lo bueno.


"Está en juego la familia humana y su futuro", reflexiones de un experto en Filosofía Política.
        

El escritor y experto en Filosofía Política de la Universidad de Georgetown de Estados Unidos, James Vincent Schall, sin rodeos argumenta para establecer que el matrimonio gay no tiene nada que ver con lo que es y ha sido por siglos el matrimonio… y el sexo que involucra. ¿Derechos que reportan un bien? Otros son los objetivos de quienes buscan transformar la sociedad a su arbitrio, en opinión de este intelectual.


Schall vertió sus reflexiones en un artículo publicado por The Catholic World Report donde analiza los contenidos del libro “Haciendo que lo Gay sea bueno” de Robert. R. Really, quien se ha desempeñado como consejero de política externa y defensa para el Gobierno de Estados Unidos. Portaluz, insertando interrogantes atingentes a las reflexiones de Schall, ofrece un extracto de ellas…


¿Cómo explicar que el bien histórico de la sociedad, la familia, hoy está siendo re fundado en su definición esencial?


Los cambios en los regímenes siempre revelan y siguen una cierta " lógica". Tales cambios, en última instancia, se ponen en movimiento por la libre elección de los ciudadanos acerca de cómo ellos viven. Cómo viven refleja el cómo piensan. Las estructuras políticas no determinan la virtud o el vicio de los ciudadanos. Ellas siguen y se derivan de estos. Hoy lo que está en juego es la viabilidad de la familia humana, entendida como esa pequeña unidad social necesaria para el cuidado y bienestar de cada persona humana.


La política debe ser un discurso razonado acerca de las cosas de la razón y la experiencia. Y la razón no es sólo lo que esperamos o queremos, sino lo que es cierto en la naturaleza de las cosas. Pero el odio del bien y del orden correcto es en sí mismo una fuerza poderosa en las organizaciones políticas modernas. Este odio se deriva de la negativa a reconocer que hay un orden natural, no uno que nosotros pudiéremos crear.


¿Cuál es la razón con sentido, ajena al juicio de la fe, para desestimar el matrimonio homosexual o lésbico?


El matrimonio gay parece ser el tema más controvertido de los últimos tiempos. Pero el llamado matrimonio gay no tiene nada que ver con lo que por esencia es el matrimonio y el sexo que involucra. El matrimonio, y sólo el matrimonio tiene que ver con engendrar hijos -por la unión de un hombre y una mujer- de la manera más adecuada para el bien del niño y de sus padres, como del aumento y bienestar de la raza. Cualquier uso de la palabra "matrimonio" o sexo para otro tipo de relación, es decir, alguna que no pueda engendrar hijos, está usando las palabras sexo o matrimonio equivocadamente. Si una relación no puede por naturaleza cumplir con este fin, estas relaciones humanas podrán ser calificables en otros aspectos, pero no son matrimonio. El matrimonio y el sexo que involucra es lo que es, por naturaleza, y no puede ser otra cosa.


Si el matrimonio es un bien, ¿Por qué negarlo como un derecho para todos?


Cada paso que se aleja de ese objetivo del matrimonio y el sexo que involucra ya descrito, manifiesta en sí mismo una naturaleza de lógica ironía. Es la lógica a la que refiere Étienne Gilson en su obra Unidad de la Experiencia Filosófica… Un error en el principio del pensamiento o de la práctica dará lugar, si no se corrige, a que lo por venir se aleje del bien esencial de toda acción. A menos que se corrija o se detenga, tal error sacará lo peor de las almas y regímenes humanos pues ir contra la naturaleza se convertirá en la norma de toda regla.



¿El matrimonio homosexual o lésbico no es un “bien” para la sociedad?

Cuando insistimos en llamar bien a lo que no es sostenible que lo sea, nos privamos toda posibilidad de ver o pensar acerca de la dirección hacia la cual nuestros actos nos llevan. Se trata de una discusión objetiva y lógica para comprender hacia dónde invariablemente nos conducirán ciertas ideas y acciones, independiente de cuál sea la buena o mala voluntad de quienes sostienen tales ideas o participan en tales acciones.


Al respecto, un fundamento que desarrolla el libro de Reilly es el pasaje donde Aristóteles reflexiona que "las revoluciones son causadas por trastornos en las almas de los hombres". La civilización está pasando por una revolución de este tipo, aunque no se la identifica como algo malo, pues se presenta como buena y necesaria. En otras palabras, esta revolución surge del esfuerzo por hacer que el mundo se ajuste a un trastorno del alma. Un vicio señala que ciertos actos repetidos han reordenado de alguna manera nuestras almas al punto que ya no podemos ver lo bueno. Como resultado (y fiel al fundamento Socrático de nuestra civilización de que nunca es correcto hacer el mal) se intenta explicar por qué lo que se hace es el verdadero bien.


Si ciertas leyes -como el divorcio- son optativas al libre albedrío, ¿Por qué suponer que afectarán a quien no opte por servirse de ellas?


No es cierto que el divorcio, la anticoncepción, el aborto, la vida homosexual, y el resto no tengan consecuencias nefastas para cada ciudadano individual o la sociedad en su conjunto. De hecho, en la lógica global, una conduce a la otra. Sus raíces filosóficas se remontan a la comprensión de que, para justificar estas medidas y formas de vida, tenemos que deshacernos gradualmente de la idea o la realidad de que hay un orden en la naturaleza, incluyendo la naturaleza humana. Es sólo cuando estamos seguros de que la naturaleza no tiene inteligibilidad propia que podemos concebirnos como “libres" para volver a recrearnos a nosotros mismos en actos e ideas que celebran metafísicamente lo equivocado sobre lo que es correcto.


Pero la "lógica" de una sociedad desordenada no es el producto de una mente libre para inventar nociones gratuitas de ser. Más bien es una creación sistemática de una parodia de lo bueno, que cambia el bien humano original, real e intrínseco, y así lo expulsa de la sociedad política y civil. Hemos llegado a esto por la fuerza de quienes se apartan de lo bueno y por la cooperación de aquellos que no pueden o que se niegan a ver lo que desde la razón se indica que está en juego para la familia humana y su futuro.


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