LOS OTROS DESAPARECIDOSGonzalo Rojas Sánchez
Están vivos, fueron importantes hace 35 años, eran radicalmente contrarios al gobierno de la Unidad Popular. Ahora, están desaparecidos, pero siguen vivos. Son los desaparecidos que han sido secuestrados por su propia mediocridad.
Los hay quienes ostentan la calidad de senadores y diputados. Tenían "tipocos" años cuando pedían la renuncia de Allende valientemente. Pero ahora, que pasan los 50, claudican a su pasado, vegetan en sus cargos, huyen de la sombra de Pinochet.
Los hay quienes gozan hoy de las libertades del mercado, indignados por los atentados a la propiedad que sufrían sus padres-que no ellos-marcharon cien veces por las calles del país y gritaron otras miles de veces contra el opresor marxista. Hoy, instalados en su legítimo lucro, cambian de tema, cuando de fundamentar sus éxitos en la rectificación de Pinochet se trata.
Los hay quienes comunican mentirillas y mentiras en la prensa libre, después de haber colaborado por años a la difusión de la verdad fundamental: que las Fuerzas Armadas quebrantaron un 11 de septiembre la tenaza castrista que aprisionaba a Chile. Hoy, lo suyo son las mentiras y las mentirillas, con o sin farándula.
Los hay quienes enseñan en sus aulas tres ideas políticamente correctas, una que otra vaguedad encantadora y difunden dos o tres libros progres, para limpiar el pasado aquél, cuando fueron profesores convencidos de la necesidad de nutrir a la juventud de Chile con un nuevo ideal, tan viejo y viril como la Patria, como la Matria.
Las hay ya abuelas, aburguesadas en su buen pasar, que olvidaron, más tarde que pronto, como habían logrado escapar de esas papas con gillette, de los cadenazos y de los linchacos. No era para tanto mija, afirman, mirando todo desde un BMB.
Los hay quienes vistieron gloriosos uniformes con el grado de subteniente o eran simplemente cadetes, pero hoy, de paisa hace años, prefieren mirar con distancia esas fotos, esos heroísmos y olvidar a que enemigo se enfrentaban, con qué armas los atacaron, a cuantos camaradas vieron caer y cuantos otros están prisioneros.
Los hay jubilados muy quejumbrosos, pero entonces profesionales, comerciantes, camioneros y agricultores indignados. Es que fue muy largo, es que nos pillaron los beneficios, es que si yo hubiera sabido…¿Esperaban de verdad algo corto e indoloro?
Todos ellos suelen invocar la historia. Ya la Historia juzgará al Gobierno Militar, dicen. Pero cuidado, la Historia los juzgará o ya los juzga a ellos: a los desaparecidos en vida.
Los hay quienes ostentan la calidad de senadores y diputados. Tenían "tipocos" años cuando pedían la renuncia de Allende valientemente. Pero ahora, que pasan los 50, claudican a su pasado, vegetan en sus cargos, huyen de la sombra de Pinochet.
Los hay quienes gozan hoy de las libertades del mercado, indignados por los atentados a la propiedad que sufrían sus padres-que no ellos-marcharon cien veces por las calles del país y gritaron otras miles de veces contra el opresor marxista. Hoy, instalados en su legítimo lucro, cambian de tema, cuando de fundamentar sus éxitos en la rectificación de Pinochet se trata.
Los hay quienes comunican mentirillas y mentiras en la prensa libre, después de haber colaborado por años a la difusión de la verdad fundamental: que las Fuerzas Armadas quebrantaron un 11 de septiembre la tenaza castrista que aprisionaba a Chile. Hoy, lo suyo son las mentiras y las mentirillas, con o sin farándula.
Los hay quienes enseñan en sus aulas tres ideas políticamente correctas, una que otra vaguedad encantadora y difunden dos o tres libros progres, para limpiar el pasado aquél, cuando fueron profesores convencidos de la necesidad de nutrir a la juventud de Chile con un nuevo ideal, tan viejo y viril como la Patria, como la Matria.
Las hay ya abuelas, aburguesadas en su buen pasar, que olvidaron, más tarde que pronto, como habían logrado escapar de esas papas con gillette, de los cadenazos y de los linchacos. No era para tanto mija, afirman, mirando todo desde un BMB.
Los hay quienes vistieron gloriosos uniformes con el grado de subteniente o eran simplemente cadetes, pero hoy, de paisa hace años, prefieren mirar con distancia esas fotos, esos heroísmos y olvidar a que enemigo se enfrentaban, con qué armas los atacaron, a cuantos camaradas vieron caer y cuantos otros están prisioneros.
Los hay jubilados muy quejumbrosos, pero entonces profesionales, comerciantes, camioneros y agricultores indignados. Es que fue muy largo, es que nos pillaron los beneficios, es que si yo hubiera sabido…¿Esperaban de verdad algo corto e indoloro?
Todos ellos suelen invocar la historia. Ya la Historia juzgará al Gobierno Militar, dicen. Pero cuidado, la Historia los juzgará o ya los juzga a ellos: a los desaparecidos en vida.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
