Virgen del Carmen

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Protege a Chile

sábado, 25 de abril de 2009

OJO CHILENOS, NOS ESTAN ESPIANDO.


OJO CHILENOS, NOS ESTAN ESPIANDO.

En calle Tenderini número 115, a un costado del Teatro Municipal de Santiago, está el centro operativo de la AGENCIA NACIONAL DE INTELIGENCIA, conocida también por su sigla,
ANI.

Si usted pensaba que en democracia no se espía, que no hay un organismo encargado de recoger información y entregarla a la autoridad política, se equivoca. Lo que se hacía antes, se hace ahora, con distinto nombre.

En el pasado, en el gobierno Militar, la DINA fue la policía política. Posteriormente, la CNI. Antes, en los gobiernos radicales, en el de Don Jorge o de Frei, ese papel lo cumplió Investigaciones. Por años fue famosa en Chile la P.P., la Policía Política, que tenía entre sus efectivos a unos gordos, roperos de tres cuerpos, que la hicieron famosa. Eran los guatones de la P.P.

En el gobierno de la UP, Allende entregó esa misión a los partidos marxistas, que se enquistaron en Investigaciones. Aúnse recuerda con horror la administración del Coco Paredes y de Toro, el subdirector. Uno socialista, el otro comunista.

Más recientemente aparece la ANI, no por decisión del gobierno, sino por exigencias de la oposición y de la opinión pública. A comienzos del gobierno de Aylwin, éste no quiso operar con los organismos más especializados en el país en materia de Inteligencia, las Fuerzas Armadas.
Aylwin trabajó con Investigaciones, y puso al mando de ella a un general en retiro de nombre Horacio Toro (DC). Sin embargo, a poco andar el país se enteró que desde la misma Moneda, tres personajes, Belisario Velasco, el subsecretario del Interior, Jorge Burgos, el actual diputado (DC), entonces funcionario de gobierno y Marcelo Schilling, actual diputado socialista, no elegido, instalaron una “Oficina’’ de espionaje que operaba desde la misma sede de Gobierno y que tenía algunas sucursales cercanas, en el mismo cuartel general de la Policía Civil y en departamentos arrendados cerquita de Palacio.

Como si lo anterior no fuera poco, se descubrió que existían “planes’’ especiales, con nombres especiales, como Halcón, para espiar a los chilenos, en particular a la disidencia democrática y a los que se ubicaban a la izquierda de la Concertación.

Lo anterior determinó la salida de Investigaciones del general ®Horacio Toro.

Posteriormente, esa ilegalidad reinante se salvó con la dictación de la Ley 19.974 del 7 de octubre de 2004, en donde el Congreso Nacional, mediante un acuerdo político de sus actores, marcó el marco jurídico de las actividades de Inteligencia interna, ya que la exterior, de defensa de nuestra soberanía e integridad territorial, compete a las FF.AA y a sus direcciones especializadas de Inteligencia.

La ley citada estableció a la ANI, Agencia Nacional de Inteligencia, una instancia sucesora de la Dirección de Seguridad Pública (Dispi). El cambio fue más bien exterior, pues casi el centenar de funcionarios de la Dispi se incorporó a la Agencia que funciona a seis cuadras de La Moneda.

En regiones la ANI también está presente. Lo hace en distintos departamentos de Gobierno, llámese Intendencia, Seremi, gobernación e incluso el CONACE, que funciona bajo la pantalla de ser un proyecto del ministerio de interior para prevenir y enfrentar el creciente problema de las drogas.

Por ser continuadora de un organismo existente (Dipsi), sucesor a su vez de La Oficina, entidad irregular que infiltró grupos de Izquierda en los primeros años de la transición provocando ácidas críticas, la creación de la ANI se mantuvo relativamente callada.

El proyecto de la ANI estuvo varios años en el Congreso, hasta que finalmente se apuró el tranco en función también de presiones internacionales para que Chile enfrentara fenómenos sociales como el crimen organizado, el terrorismo y el narcotráfico.

El nuevo servicio de Inteligencia del gobierno partió con un pecado original. No olvidar que en los primeros meses de la administración Aylwin operaba en el país, de modo ilegal, la llamada “Oficina’’, entidad donde Marcelo Schilling se transformó en un verdugo para sus antiguos compañeros marxistas.

Esa misma “Oficina’’ fue la responsable que, producido el asesinato del senador Jaime Guzmán, el único parlamentario asesinado en toda la historia democrática del país, en 1991, los personeros del gobierno no tuvieran ningún reparo en proteger a los autores, el frente Manuel Rodríguez, del Partido Comunista, y engañaron por años al país, inventando que el autor del homicidio era un ladrón de escasa importancia, Sergio Olea Gaona.

(Tomado de CHILE INFORMA)


Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.

martes, 21 de abril de 2009

Para la Memoria....


Para la memoria,

por Patricio Zapata


-----He desechado la tentadora opción de ocuparme hoy de los avatares de la campaña presidencial. Era tentadora, obviamente, porque entre las peleas internas que asoman en ambos bandos principales y las encuestas que confirman el estrechamiento de la carrera, sobraba material sobre el cual ofrecer una opinión. Desde hace 20 días, sin embargo, tenía decidido que esta columna estaría destinada a recordar el sacrificio valiente del teniente de Carabineros Hernán Merino.

-----Mi determinación deriva de la desazón que me produjeron unas declaraciones en televisión del ministro de RR.EE., Mariano Fernández. Aludiendo a un presuntamente equivocado patriotismo chileno, y refiriéndose a los tristes hechos de hace 43 años, el canciller planteó que el incidente que terminó en la muerte del joven oficial habría ocurrido en territorio argentino nunca reclamado por Chile.

-----Han pasado ya, es cierto, tres largas semanas. En su momento, varios altos oficiales en retiro de Carabineros expresaron su protesta, y el ministro de Defensa desautorizó explícitamente a su colega de gabinete. Me perdonarán los lectores, sin embargo, si aun así me siento compelido a intervenir. No creo que la reivindicación del teniente Merino deba quedar entregada en exclusiva a viejos camaradas o al jefe político del que depende la institución a la que perteneció. Nuestros héroes son de todos.

-----El teniente Hernán Merino fue asesinado el 6 de noviembre de 1965. Su presencia en el lugar de los hechos respondió a la petición de un colono chileno que denunciaba hostigamiento de las autoridades argentinas. Los carabineros chilenos fueron objeto de una agresión completamente injustificada. El teniente Merino murió tratando de alertar del peligro a su superior. No tuvo siquiera oportunidad de defenderse. Por todas estas razones, nuestro gobierno de entonces, encabezado por don Eduardo Frei Montalva, le tributó los honores debidos a un héroe.

-----Escribo estas líneas sin ningún ánimo de revivir odiosidades. Doy gracias a Dios de que chilenos y argentinos hayamos superado en paz aquellas viejas diferencias limítrofes que en algún momento pudieron arrastrarnos a una terrible guerra fra-tricida. Y me alegro, por supues-to, del buen estado actual de nuestras relaciones con los hermanos argentinos. Nada de lo anterior obsta, sin embargo, a que podamos y debamos recordar siem-pre con reverencia a quien entregó su vida en un acto de servicio, defendiendo lo que él -y todo un país- consideraba legítimamente como suelo patrio.



Los países que tratan de vivir sin valores
 terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
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