Virgen del Carmen

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sábado, 24 de abril de 2010

Comunismo asesino y hambredor de pueblos.....


“Fusilamientos? Sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario, nuestra lucha es una lucha a muerte”.

Ernesto “Che” Guevara, en la Asamblea Genera de Naciones Unidas,
11 de diciembre 1964.

Los seguidores de este individuo nos hablan de justicia social, de defensa de las libertades, de crear poder popular, de redistribuir las riquezas, de progresismo, de humanismo, de ampliar las atribuciones del Estado.

La realidad, que se comprueba al revisar los resultados de los socialismos reales, es que crean una nueva clase privilegiada, se coartan las libertades, el pueblo es sojuzgado, las riquezas se esfuman, el Estado es dueño de todo.

En todos los países en que han llegado a Gobernar, con ese poder total que les gusta, han establecido el racionamiento alimenticio, no como necesidad redistributiva, sino como palanca de poder para sus cúpulas liberticidas.

Las libertades son restringidas por el “estomago”, por las necesidades de laborar, por el soplonaje institucionalizado y por policías políticas, que en regímenes totalmente ineficientes, muestran una extraña eficiencia.

Los derechos humanos, de los que hacen gárgaras en los países donde ellos no son Gobierno, son alevosamente pisoteados por las nuevas castas, las prisiones se abarrotan de opositores a su paraíso.

Su incapacidad de creación, solo les alcanza para la producción de eslóganes, lleva a los pueblos victimizados a retroceder en la calidad de vida, haciendo de los avances tecnológicos un privilegio de la clase dorada.

Estos “próceres”, carentes de todo freno moral, establecen un sistema en el que la corruptela y la inmoralidad hacen presa de las naciones, como herramienta para instrumentalizar o simplemente liquidar el “alma” popular.

La vida de los adversarios carece de todo valor, los marxistas han provocado 20 veces más muertes que las provocadas por el nazismo, y han terminado por deshacerse en el tiempo porque solo están soportados en la mentira.

Los socialismos, de distintos “apellidos” son las más eficientes fábricas de pobreza, miseria y esclavitud que han sido capaces de crear las desmedidas ambiciones totalitarias de algunos líderes populistas.

Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.

jueves, 22 de abril de 2010

Dos hermanas, por Gonzalo Rojas Sánchez.


Dos hermanas,

por Gonzalo Rojas Sánchez.

La señorita solidaridad se ha llevado todos los piropos en los últimos días, mientras que otra bella doncella -incluso dotada de mayor donaire- parece haber quedado relegada al banco de las feas.

En efecto, ¡qué poco se ha hablado de la subsidiariedad en las últimas semanas!

Solidarios han sido -efectivamente- todos los que han entregado su tiempo, empeñado sus dineros, estirado sus músculos y estrujado sus neuronas en beneficio de los más necesitados después de 27 de febrero.

Pero, al hacerlo en nombre y con las fuerzas de las más variadas instituciones, agrupaciones, asociaciones y movimientos, lo han hecho de modo subsidiario, tal y como manda la más recta doctrina.

¿La recta doctrina? Sí. Benedicto XVI afirmó pocos meses atrás que "la subsidiariedad al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista." (Caritas in veritate, n.57)

O sea, o eres subsidiario o ni siquiera eres solidario; serías un simple paternalista asistencialista y eso no vale, no sirve.

Es que el asistencialismo paternalista parece solidario, pero no lo es, por dos razones.

Una, porque asume la forma mental estatal: aquí venimos a darte lo que tú no puedes procurarte por ti mismo. Y así frustra fuerzas que debiera potenciar.

Y, dos, porque no es solidario con los otros que intentan hacer algo parecido, quizás no tan bueno o quizás mejor: como no formas parte de mi organización, no puedes ni criticarme para que yo mejore ni adjudicarle la calidad de solidaria a tu tarea. El costillar es mío.

Qué pena: cuando la solidaridad desprecia a la subsidiariedad, se daña a sí misma y muestra su hilacha estatista y sectaria.




Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.

martes, 20 de abril de 2010

Poner a Dios cercano, Monseñor Javier Echevarría .



Poner a Dios cercano

Monseñor Javier Echevarría

Prelado del Opus Dei

Se cumplen hoy cinco años de la elección del cardenal Joseph Ratzinger como sucesor de San Pedro al frente de la Iglesia Católica. El 2 de abril de 2005 había fallecido Juan Pablo II. La televisión efectuó un despliegue informativo sin precedentes. Y en medio de aquel clima de conmoción y de cariño hacia el Pontífice difunto, que aleteaba todavía por las calles de Roma, el 19 de abril de 2005 vimos por vez primera la figura amable del nuevo Papa en el balcón central de la Basílica de San Pedro.

Entre los motivos de reconocimiento a Benedicto XVI quisiera resaltar su acción constante por dar a conocer al Dios cercano. Esta expresión -tomada del título de un libro del cardenal Ratzinger sobre la eucaristía- es también un modo afectuoso de hablar del Creador, que la fe nos muestra amoroso y próximo, interesado por la suerte de sus criaturas, como afirmaba un santo de nuestros días. En efecto, San Josemaría recordaba con frecuencia que, en medio del ajetreo cotidiano, a veces "vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando" (Camino, 267).

Como recuerda a menudo el Papa, Dios se ha hecho hombre para que nosotros pudiéramos más fácilmente acogerlo y amarlo. Y, a lo largo de estos años, ha mostrado de modo incisivo, incansablemente, que Dios es amor y que no se comienza a ser cristiano como fruto de una decisión ética o de una gran idea, sino por el encuentro con una persona -Jesús de Nazaret- que abre un nuevo horizonte a la vida (Deus caritas est, 1).

Al contrario, la lejanía de Dios, la indiferencia hacia el Creador, conduce antes o después a desconocer los valores humanos, que pierden entonces su fundamento. "El amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos" (Caritas in veritate, 78).

En la misa de comienzo del pontificado, Benedicto XVI explicaba que la tarea del pastor podría parecer gravosa, pero en realidad se alza como una tarea "gozosa y grande, porque es un servicio a la alegría de Dios, que quiere hacer su entrada en el mundo". En aquella misma ocasión afirmaba que "nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo", y "nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él" (Homilía, 24-4-2005).

En estos cinco años de pontificado, no le han faltado al Papa ataques provocados por quienes están empeñados en arrojar al Creador del horizonte de la sociedad de los hombres; tampoco han estado ausentes los sufrimientos ante la incoherencia y los pecados de algunas personas llamadas a ser "sal de la Tierra" y "luz del mundo" (Mt 5, 14-16). Nada de eso ha de extrañarnos, pues las dificultades forman parte del itinerario normal del cristiano, como anunció Jesucristo: "Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán" (Jn 15, 20). Al mismo tiempo, no olvidemos lo que añadió el Señor: "Si han guardado mi doctrina, también guardarán la vuestra" (ibidem).

Aquí reside el optimismo indestructible del cristiano, alentado por el Espíritu Santo, que no desampara nunca a la Iglesia. ¡Cuántas veces, en el curso de veinte siglos, se han alzado voces agoreras, anunciando el fin de la Iglesia de Cristo! Sin embargo, a impulsos del Paráclito, superadas las pruebas, se ha mostrado luego más joven y más bella, más llena de energías para conducir a los hombres por las sendas de la salvación. Lo hemos visto en estos años: la autoridad moral e intelectual del Papa, su proximidad e interés por los que sufren, su firmeza en la defensa de la verdad y del bien, siempre con caridad, ha fortalecido a hombres y mujeres de todas las creencias.

En el cumplimiento de mi tarea episcopal, millares de personas de buena voluntad -católicos y no católicos, también numerosos no cristianos- me han confiado que las respuestas sólidas y esperanzadoras de Benedicto XVI ante los diversos dramas de la humanidad han supuesto para ellos una confirmación en el Evangelio, o un motivo de acercamiento a la Iglesia y, sobre todo, un renovado interés por aproximarse al "Dios cercano" que el Papa proclama. Somos muchos los que nos sentimos diariamente enriquecidos por este anuncio alegre de Benedicto XVI, sazonado por la luz de la fe, expuesto con todos los recursos de la inteligencia, con un lenguaje cristalino y con el testimonio de su relación personal con Jesucristo. Que el Señor nos lo conserve por muchos años como guía de la Iglesia, para bien de la humanidad entera.



Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
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Los pueblos que no se defienden seguramente pierden sus libertades. http://reaccionchilena.blogspot.com/

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