Cambio social y familia,
por Margarita María Errázuriz.
Tener la oportunidad de revisar información sobre familia y los comportamientos asociados a ésta, verla reunida y sopesarla sin anestesia, vale decir, sin comentarios ni análisis, puede ser impactante. El libro “Chile en cifras. Observatorio de tendencias sociales”, de la Universidad Andrés Bello, realizado con el apoyo de DataVoz, ofrece esa posibilidad.
No podríamos decir que los datos son nuevos. Todos sabemos que son muchas las parejas que conviven sin casarse y nos encontramos frecuentemente con madres solteras. Pese a ello, leer en la publicación en cuestión, casi de corrido, que al 65 por ciento de las personas encuestadas no le gustaría volver a casarse; que el 79 por ciento de ellas está de acuerdo con que una pareja conviva sin intenciones de casarse; que el 67 por ciento aprueba la procreación fuera del matrimonio, y que el 63 por ciento de las mujeres que fueron madres el año 2007 no estaban casadas, me impresionó y me dejó pensando. Es el mérito de este libro.
Sistematizar, reelaborar los datos secundarios existentes, agregar una encuesta y reunir los cuadros resultantes sin mayores comentarios, invita a tomarle el peso a esa información, a tener una opinión personal sobre el tema. Al menos eso me pasó a mí. Al tener toda esa información junta, por primera vez pude dimensionar sus posibles implicancias y pensar en el tipo de sociedad que puede derivarse del cambio que afecta a la familia. Así y todo, no estoy segura de ser capaz de entender lo que ello significa y sus consecuencias.
Tratando de comprender el significado social de las eventuales tendencias de dichas cifras, imaginé el futuro y tuve una visión surrealista. Personas que deciden vivir solas; padres que dan vida a hijos sin intenciones de formar pareja; relaciones de pareja no siempre muy profundas; hijos que crecen sin tener el cariño y sus fuentes de estabilidad bajo un mismo techo. Una sociedad que cambia radicalmente sus pautas de sociabilidad o que crea nuevas…
A estas alturas de la vida, uno ya sabe que no hay que asustarse frente al cambio, que éste puede sorprender con cosas nuevas, inesperadas y positivas. Sin embargo, esas imágenes desafían muchos conceptos que como sociedad tenemos muy arraigados. Pese a todo lo que se dice respecto a la disolución de los matrimonios, en el año 2009 el 59 por ciento de las familias tenía padre y madre viviendo juntos (Encuesta CASEN, 2009). Además, la idea de que el matrimonio es una institución pasada de moda va perdiendo peso. Desde 2000, dicha opinión es cada vez menos frecuente, llegando en 2010 a representar el 26 por ciento, cinco puntos menos que diez años antes.
Es difícil saber qué entienden por familia quienes opinaron en la mentada encuesta. Todos los estudios que conocemos sobre su importancia concluyen que ésta es central para la vida de las personas. La familia es la institución que da pertenencia y el único lugar en que las personas se sienten en confianza, cómodas (PNUD, 1994). Es más, para la felicidad de las personas la familia es un factor determinante. En una escala de 1 al 10, las personas le asignan 9,4 puntos al aporte de la familia a su felicidad (Libertad y Desarrollo, 2007). Por lo mismo, no me cabe duda de que ésta puede cambiar pero no desaparecerá. El tema es qué tipo subsistirá y si ella podrá ofrecer aquello que aporta actualmente. Una posibilidad, entre otras, considerando las tendencias que marcan estos cambios, es que es posible que presenciemos la recreación de un nuevo tipo de familia extendida. Una en la cual, tal vez sin convivir juntos en un hogar, sus miembros se prestan mutuamente servicios, crean redes de apoyo y de compañía.
Lo que me parece inconcebible es que a nuestros ojos estén ocurriendo cambios tan importantes sin que seamos capaces de abordarlos en su real dimensión. Este es un tema en cuya reflexión debiéramos involucrarnos todos. Nadie puede sentirse al margen. Toca principalmente a quienes estudian y analizan el cambio social, a los jóvenes y a quienes tienen a su cargo el diseño de políticas sociales.
