¿Tiene futuro la religión?,
por Monseñor Luis Eugenio Silva.
El mundo moderno y posmoderno, gracias a las ciencias y la tecnología, ha dado respuestas a muchas preguntas que, antaño, la religión respondía. Santos protectores o consejeros han quedado atrás, por no decir el mismo Dios, que no interviene en el mundo. El mundo desarrollado que casi se explica a sí mismo, en el sentido del análisis científico, ha superado la visión religiosa reductora del Medievo y del Barroco.
Tal vez, el error del creyente moderno actual estuvo en seguir las fórmulas tradicionales, que hacían de la religión casi una cosa, y por ello se descalificó su visión. La realidad cósmica y lo humano tienen su autonomía, como lo afirma la misma teología moderna, pero no total. Las concepciones morales contemporáneas, que rechazan el orden natural, al crear conceptos éticos subjetivos y o pragmáticos, pretenden explicar y justificar cualquier modo de actuar. Así, el ser humano pragmático, y no abierto a lo trascendente, parece explicarse a sí mismo. Aparentemente no se requerirá una instancia divina para vivir rectamente; bastaría seguir sólo el dictamen del sentimiento-conciencia para estar justificado.
La religión cristiana, como los monoteísmos, ha sufrido el embate y, por siglos, su actitud fue sólo o casi exclusivamente defensiva. Hoy no es así, al menos en el pensamiento católico. Al reconocer la autonomía de lo temporal, y sus genuinos valores, la apertura a lo sobrenatural queda justificada, ya que no parece absurdo lo que es suprarracional, que no es lo mismo que irracional.
La ciencia y sus prodigiosos avances nos sorprenderán mucho más. Casi se podría decir, y sin blasfemar, que tocará lo divino, pero sólo quedará en un intento. Lo divino, Dios, de tantas y tan variadas maneras, es como lo expresado, es una realidad aparte, distinta, otra, pero para el creyente, generadora de todo y de sus potencialidades, y que no se confunde con sus obras.
Algunos filósofos célebres pusieron observaciones críticas y profundas a la filosofía del ser o metafísica, especialmente Kant. Pero la metafísica no ha muerto. Heidegger es el ejemplo del siglo XX. Religión y filosofía constituyeron una hermandad que nació con los primeros siglos del cristianismo y tienen cabida hoy y siempre ¿Por qué? Simplemente porque preguntas fundamentales que el ser humano se hace a través del transcurso de su vida continúan haciéndose: ¿Qué soy? ¿Para qué estoy en el mundo? ¿Qué pasa con mi ser después de la muerte? Ellas aguijonean al espíritu y lo abren naturalmente al absoluto y que por otra parte está motivando al espíritu humano. La religión como el arte no desaparecerán; sí es cierto que las formas religiosas cambian, pero no su esencia.
El mundo moderno es un desafío para el creyente, que debe purificar sus conceptos y purificar también la fe, que al cristiano, al ponerla en Cristo, se abre a Dios. Creer es un camino hacia la trascendencia.
Formas religiosas anticuadas se han superado y se seguirán superando. Pero la fe-esperanza y el amor-caridad siempre motivarán. Las religiones experimentaron y experimentarán crisis, pero no desaparecieron. Hoy hay un revivir de ella.
Las formas del ateísmo puro hoy no son seguidas. Hay un revivir complejo de lo religioso, marcado por un sentimentalismo y un irenismo algo preocupante, pero la religión, y en particular la cristiana, tiene un futuro asegurado.
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
