Virgen del Carmen

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viernes, 10 de octubre de 2008

No hacemos política con nuestros muertos

No hacemos política con nuestros muertos
Palabras del Licenciado Arturo Larrabure en el acto en memoria de las víctimas del terrorismo

Estimados compatriotas, amigos
Sólo basta una acción que desnude el dolor para que las heridas de un pasado lejano vuelvan a abrirse. Nos vemos envueltos en un estímulo que no parece buscar la superación.

El legítimo derecho que me otorga el hecho de haber vivido en carne propia los horrores del pasado violento de la década del setenta me conduce a realizar algunas reflexiones.

Es este el tercer año consecutivo del homenaje permanente a nuestros muertos, heridos y mutilados, ya que el 5 de octubre instauramos el “Día Nacional de las Víctimas del terrorismo”.

Hemos escuchado hasta el cansancio que el terrorismo peleaba contra las dictaduras, mentira cruel y falaz, el ataque al cuartel de Formosa, que hoy recordamos, ocurrió en plena democracia, gobierno de Isabel Perón, vemos entonces que sólo buscaban llegar al poder, sin importarles nada ni nadie a fin de conseguir su objetivo.

Entre 1969 y 1979, se produjeron 21.655 acciones terroristas; 5.215 atentados con explosivos; 1.052 atentados incendiarios; 1.311 robos de explosivos; 132 robos de material incendiario; 2.013 intimidaciones armadas; 52 atentados contra medios de prensa; 1.748 secuestros; 1.501 asesinatos; 551 robos de dinero; 589 robos de vehículos; 2.402 robos de armamento; 40 robos de documentos de identidad en blanco; 17 robos de uniformes; 19 robos de equipos de comunicaciones; 73 robos de equipos médicos; 20 copamientos de localidades; 45 copamientos de unidades militares, policiales y de fuerzas de seguridad; 22 copamientos de medios de prensa; 80 copamientos de fábricas; 5 copamientos de cines y teatros; 261 repartos de víveres robados; 3.014 actos de propaganda revolucionaria; 157 izamientos de banderas terroristas del ERP o Montoneros y 666 actos intimidatorios. En 1974, se instaló un foco guerrillero en el monte tucumano con integrantes del ERP y apoyo de Montoneros. Estas cifras y datos escalofriantes, fueron constatados por sentencia de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal Federal en 1985.

Víctimas del terrorismo discriminadas por la memoria, olvidadas por los organismos oficiales, sin derecho a la Verdad, a la Justicia, a la Reparación y a la Paz, cayeron en manos de asesinos, hoy amparados por una justicia ciega y sorda, políticos, empresarios, gremialistas, periodistas, funcionarios, diplomáticos, abogados, jueces, empleados, estudiantes, docentes, integrantes de las FFAA y de seguridad, sus esposas, hijos, personas que circunstancialmente se encontraban en los lugares de los atentados.

Ellos también tenían derechos humanos, porque éstos son universales e indivisibles, significando lo mismo para todos, aunque el poder de turno no se los quiera reconocer.

Parecen haberlo olvidado tantos medios de comunicación en una evidente demostración de cómo la “memoria” propaga la cultura de la muerte y engaña a los jóvenes.

Ha llegado el momento de intentar poner luz ante tanta oscuridad, denunciando el plan criminal trazado para desafiar un gobierno electo por el 62% de los votos.
Al peticionar hace poco más de un año que el crimen de mi padre fuera declarado de lesa humanidad, abrí un fecundo debate al que, día a día, van sumándose nuevas voces que se preguntan junto a mí: ¿Qué necesitamos para que exista verdaderamente un “Nunca Más”? ¿Memoria o historia?

En su afán de crear un pasado imaginario, la “memoria” niega que los crímenes Humberto y María Cristina Viola, su hijita de tres años; de Timoteo Vandor; del Juez Jorge Quiroga; de Arturo Mor Roig; del niño Juan Barrios, hijo de un obrero metalúrgico, de los profesores Jordán Bruno Genta y Carlos Sacheri; del Ingeniero José Paz; de Jorge Ibarzábal y tantos otros, sean de lesa humanidad; desde sus páginas afines afirma que ellos fueron “ajusticiados”, no asesinados, y que se trata de delitos comunes prescriptos por no haber mediado participación estatal.
Es tal el grado de impunidad que, mofándose del dolor de sus deudos, titula al crimen de Rucci: “Operación Traviata”.

La historia ha comenzado a despertar las conciencias adormecidas y presionadas de jueces y fiscales, exigiéndoles investigar por qué en pleno gobierno constitucional de la fórmula Perón- Perón ocurrieron tales horrendos crímenes.

¿Cuál era el revés de la trama? ¿Cuál el plan criminal trazado para desafiar a un gobierno electo por el % más alto de votos de la historia argentina?

La historia nos convoca descubrir el plan criminal leyendo los escritos del ideólogo de la guerrilla: John William Cooke, quien sostuvo que la revolución debía realizarse infiltrando las masas peronistas y generando una sucesión de hechos revolucionarios que forzaran a Perón a consentir la instalación de un régimen marxista.

Las piezas del rompecabezas fueron paulatinamente colocándose a partir de la campaña electoral de 1973, donde los cuadros de superficie de Montoneros tuvieron activa participación.

¿No fue acaso Miguel Bonasso el Secretario de Prensa del Frente Justicialista de Liberación y Horacio Verbitsky, uno de los redactores del discurso pronunciado por Cámpora ante la Asamblea Legislativa?

¿No preanunciaban las Pautas Programáticas del Frente la amnistía de los terroristas?

¿Hemos olvidado el discurso de Rodolfo Galimberti del 18 de mayo de 1973 propiciando la creación de milicias populares para tomar el poder?
¿No recordamos a Cámpora proclamando al asumir, que “en los momentos decisivos, una juventud maravillosa, supo responder a la violencia con la violencia?”
Ya en el poder Cámpora, su apoyo al terrorismo internacionalista se volvió evidente, en la actuación de los Poderes Legislativo y Ejecutivo, que facilitaron e incentivaron la acción terrorista, amnistiando a los guerrilleros sin desarmarlos y suprimiendo la legislación antiterrorista y los tribunales que eficientemente los juzgaran.
El actual Procurador General de la Nación, Esteban Righi, fue quien elaboró y negoció los proyectos de indulto y amnistía, ordenando poco después la supresión de la Dirección de Investigaciones Políticas Antidemocráticas de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal, donde se almacenaban las fichas de miles de argentinos sospechados de acciones terroristas.

Mientras tanto Argentina sufría 164 ocupaciones de barrios, universidades, hospitales, radioemisoras y ministerios, con los que la guerrilla intentaba ganar posiciones, ante la pasividad de Righi que, como Ministro del Interior, las justificó interpretándolas como hechos naturales y comprensibles. “¡Cómo vamos a ordenar reprimir al Pueblo si suyo es este gobierno y en su nombre y por su voluntad actuamos…!- supo decir entonces.

Alentados por la pasividad oficial el 8 de junio de l973 ERP y Montoneros, en sendas conferencias de prensa, elogiaron las medidas antirrepresivas de Cámpora y Righi, sin dejar de advertir que seguirían armados y alertas.

¡Vaya si lo estaban! … Doce días después sobrevino la masacre de Ezeiza cuya causa – según Julián Licastro, testigo privilegiado de los hechos- fue la ausencia de un orden público garantizado por la fuerza del Estado, el que había sido sustituido por el orden montonero, habiendo reconocido Firmenich que había cinco mil guerrilleros armados con armas cortas. Se iba a pelear con Perón arriba del palco y la posibilidad de que saliera herido era muy grande.

¿Quién era el responsable de la policía?, se preguntarán los jóvenes.
Esteban Righi, a quien Perón recriminó en durísimos términos su ineptitud; el mismo que hoy como Procurador General de la Nación ha prohibido a los fiscales considerar de lesa humanidad los crímenes de la guerrilla. Pudiendo eventualmente ser interrogado por la presunta responsabilidad que como funcionario camporista pudo haberle correspondido, lo prohíbe.

No habrá de lograrlo porque la historia está haciendo resonar las palabras que Perón pronunciara un día después de Ezeiza, advirtiendo que conocía perfectamente lo que estaba ocurriendo en el país donde se vivían las consecuencias de una posguerra civil que aunque desarrollada embozadamente no había dejado de existir.

“Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado se equivocan. …Por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales que por ese camino van mal. ..La inoperancia en los momentos que tenemos que vivir es un crimen de lesa patria. …A los enemigos embozados y encubiertos o disimulados, les aconsejo que cesen en sus intentos porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento”- fueron las severas y precisas palabras del anciano líder.
Había escuchado a Firmenich advertir que no estaba dispuesto a abandonar las armas por que “el poder político brota de la boca del fusil” siendo necesario prepararse para el próximo e inevitable enfrentamiento. Lo había sentido imputarle que su ideología era contradictoria con la de los Montoneros, porque ellos querían la revolución violenta para imponer un régimen marxista- leninista y Perón era partidario de un cambio progresivo dentro del sistema. Entre el tiempo y la sangre elegía el tiempo.
La gravedad de los hechos precipitaron la renuncia de Cámpora siendo en septiembre de l973 Perón electo como Presidente

El plan criminal no se detuvo. Dos días después los Montoneros tiraron un cadáver sobre la mesa de negociaciones: el de José Ignacio Rucci. No querían la paz; trabajaban para el golpe de Estado diciendo: “Cuanto peor, mejor”.

Hoy están en el poder mientras la historia carga sobre las espaldas de jueces y fiscales la responsabilidad moral de optar entre el coraje o la cobardía, la conveniencia o los valores, la justicia o la política.

En la causa de mi padre hemos llegado ya muy lejos con los valientes pronunciamientos de los jueces Bailaque y Sutter Schneider y el dictamen del Fiscal General Palacín. Estoy seguro que continuarán resistiendo las presiones y honrando a la justicia.

Nos conforta que se sume a esta ardua lucha la familia de José Ignacio Rucci; y sus compañeros del sindicalismo.

No se ha equivocado Hugo Moyano al sostener que “los que asesinaron a Rucci mataron al General Perón”, ni al pedir que se cuente completa la historia juzgando a todos los que cometieron crímenes de lesa humanidad.

Existen fundadas sospechas de que el asesinato de Rucci fue planificado por el principal asesor del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, y que autos oficiales trasladaron y retiraron el armamento en una evidente muestra de la acción de un Estado que facilita e instiga la acción terrorista.

Tales sospechas son consolidadas por el discurso que Perón pronunciara en enero de l974, luego de que el ERP atacara el Regimiento de Caballería de Azul, oportunidad en que denunció que “hechos de esta naturaleza evidencian elocuentemente el grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas que vienen operando en la provincia de Buenos Aires ante la evidente desaprensión de sus autoridades…No es por casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones .Es indudable que ello obedece a una impunidad en la que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible, o lo que sería peor, si mediara, como se sospecha, una tolerancia culposa”

El paradigma gramsciano construido por Horacio Verbitsky y sus acólitos en pos de difundir una versión edulcorada y falsa del pasado, que exime de culpas al terrorismo guerrillero, ha comenzado a desmoronarse.

La gente está exigiendo conocer toda la verdad, mientras ve como, al llegar al poder, la guerrilla no ha eliminado ni la pobreza, ni la indigencia, ni la corrupción.

¿Este era el mundo mejor que querían construir? ¿Estos los hombres nuevos?, es la pregunta que desde mi dolor de hijo formulo a los antiguos guerrilleros, la misma pregunta que como esposa y madre habrá de hacerles María Cristina Picón cuando esta semana peticione se declare crimen de lesa humanidad el asesinato de Humberto y María Cristina Viola.

Confío en que aquellos guerrilleros que no están en el poder y ven como se lucra con sus ideales, lleguen algún día a preguntarse lo mismo…

El pueblo argentino merece la verdad completa y una justicia imparcial.

No hacemos política con nuestros muertos.

Necesitamos un NUNCA MÁS que nos cobije a todos.

El único demonio que existirá siempre es la violencia, erradicarla significa interpretaciones correctas de las leyes y que ellas se cumplan sin ideologías.
En la soledad de su largo cautiverio sin fin mi padre nos legó un claro mensaje de perdón escribiendo:

“A Dios, que con tu sabiduría omnipotente has determinado
este derrotero de calvario, a tí invoco permanentemente para que me des fuerzas.
A mi muy amada esposa, para que sobrepongas tu abatido espíritu por la fe en Dios.

A mis hijos, para que sepan perdonar.

Al Ejército Argentino, para que fiel a su tradición mantenga enhiesto y orgulloso los colores patrios.

Al pueblo argentino, dirigentes y dirigidos, para que la sangre inútilmente derramada los conmueva a la reflexión para dilucidar y determinar con claridad que somos hombres capaces de modelar nuestro destino, sin amparo de ideas y formas de vida foráneas totalmente ajenas a la formación del hombre argentino.

A mi tierra argentina, ubérrima y acogedora, escenario infausto de luchas fratricidas…, para que cobije mi cuerpo y me dé paz.

Haciendo carne sus palabras busco caminos que permitan conciliar la justicia y el perdón.

Estoy convencido de que la justicia puede llevarnos a la reconciliación si se juzga absolutamente a todos.

La cuestión esencial no es condenar o indultar, sino regenerar al ser humano, extirpando la lógica de violencia que menospreció el sagrado valor de la vida.Dios nos ayude a vivir sin odios. Que así sea


Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
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