La paz de los cementerios.Cualesquier versión de socialismo que sea plantea, sea la de los reales, ocurridos en la Europa oriental, la de Cuba con un comunismo dinástico, la versión Venezolana del socialismo del siglo XXI, corresponde a la explotación de las necesidades populares y a la exacerbado de las odiosidades con el objetivo de que “el pueblo”, ciertamente encabezado por la vanguardia, que son sus dirigentes, logre establecer sus siniestras dictaduras del proletariado.
Para lograr estos fines tienen herramientas infalibles como la destrucción de la familia, la disociación de las juventudes, la anulación de los sentimientos patrios, la persecución descarnada de los que creen en Dios, el exterminio de los enemigos de clase, el establecimiento de sistemas de control basados en el soplonaje, la formación de milicias ilegales con el objeto de reemplazar a las fuerzas armadas y por sobre todo el racionamiento alimenticio para controlar a la población por medio del hambre.
El Resultado es siempre el mismo, el reemplazo de las clases privilegiadas por una nueva casta formada por los nuevos monarcas del partido, la subyugación de los pueblos a situaciones mucho peores que las que prevalecían antes de su acceso al poder, verdaderos sistemas de esclavitud destinados a romper records de producción que sirvan para la propaganda del régimen, la abrogación de todas las libertades públicas que con tanto esfuerzo han conseguido los pueblos.
Sin lugar a dudas logran una cierta nivelación para el pueblo, todos, con la sola excepción de los jerarcas viven la miseria mas espantosa y están sometidos al hambre con la aplicación de las tarjetas de racionamiento. Los procesos evolutivos se detienen, excepto en aquello que sirve para promocionar su paraíso, castigando a los pueblos con un subdesarrollo permanente y sin posibilidades de salir de el porque el régimen necesita tener a su clientela cautiva.
Las expresiones de disidencia son reprimidas a sangre y fuego, los que tienen suerte van a dar con sus humanidades a espantosos centros de reclusión, de los que lo más posible es que nos salgan con vida, o son enviados a instituciones siquiátricas en las que so sometidos a brutales tratamientos de “reeducación” o sencillamente son torturados hasta el últimos suspiro de sus vidas. En donde llegan al poder se logra la paz absoluta, esa paz imperturbable de los cementerios, en donde los habitantes no protestan por nada.
El socialismo, en algunos casos como en Chile o Argentina, bastante bien disfrazado con el manto de la social democracia o como en Venezuela, Ecuador, o Bolivia desembozadamente influenciados por el marxismo ortodoxo, tiene un único fin de aferrarse de manera inamovible al poder, crear la nueva clase dorada del “red set” y apropiarse de las libertades del pueblo, para en su nombre, ejecutar las dictaduras más feroces de las que tenga memoria la historia humana.
Los ejemplos son abundantes, como la Unión Soviética, gran publicidad y despliegues militares para tener que construir muros que evitaran que sus ciudadanos huyesen del paraíso que les construyeron , o las masacres de Hungría pisoteada por el Ejercito rojo por querer algo de libertades, o el pueblo Chino asesinado masivamente cada vez que protesta por las inequidades de un extraño injerto de libertades económicas sostenidas con la fuerza bruta de un Partido Comunista omnímodo.
El Socialismo, cualesquiera que sea el apellido que use, es muy similar a su primo hermano el Nacional Socialismo, sacan desde el fondo de las almas ciudadanas las peores características de las personas y en base a la “maldad” aflorada comienzan la construcción de sistemas demoniacos que terminan adueñándose de personas, haciendas y derechos individuales.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
