Eso, consideramos es lo importante, el Senado le ha notificado al país que se ha acabado la impunidad, que ya las cuentas no las pagarán solo los ratones, que ya será más difícil jugar con las ilusiones y los sueños de la ciudadanía. Creemos que Chile ha dado un paso importante en la lucha contra la putrefacción.
Conocidos los resultados, con el Gobierno cosechando la derrota que el se fabricó, actuando con una extrema vehemencia, furia, y denotando una inmensa soberbia, han salido a descalificar a todos sus adversarios, tratando de “forzar” los argumentos para defender posturas totalmente indefendibles.
Lo que sí nos parece preocupante, es que desembozadamente han demostrado lo que hemos denunciado permanentemente, sus formas y maneras de actuar absolutamente totalitarias. No nos parece aceptable que quienes han afirmado que los fallos no se comentan, al primer traspié denigren a los jueces.
Algunos de sus personeros han dicho que ellos son mayoría, cosa que es dudosa, y han intentado apoderarse del “espíritu” republicano, lo que claramente demuestra, además de problemas de capacidades, un endiosamiento peligroso por parte de aquellos que ejercen el poder omnímodo.
Si todo lo anterior es importante, lo que consideramos gravísimo es que estos “dueños del país” al perder sus posiciones y no tener defensa en planteamientos, no trepidan en descalificar a las instituciones, peligroso argumento, que en cualesquier parte se calificaría como sediciosa.
Los concertados se sienten los dueños del “fundo”, los propietarios del país, los patrones de las verdades, los amos de la descalificación, la encarnación de la institucionalidad, la personificación de las virtudes. Este mesianismo debe ser la causa de las dificultades que tienen para escuchar al resto del pueblo.
Por suerte la Constitución de la Dictadura tiene limitaciones al poder de las autoridades, no les quepa duda de que en caso contrario el Congreso habría sido ocupado por las “barras bravas”, de Provoste o de los partidos, y sus ocupantes sacados entre amenazas e insultos, pues no son democraticos.
Los países que tratan de vivir sin valores terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.