18 DE AGOSTO DE 2007.
La prensa ha publicitado, extensamente, sobre todo el reciente fin de semana, las remuneraciones de algunos personeros públicos, que aun sabiendo que son superiores con motivo de “viáticos” , entrega de vehículos con o sin chofer, pagos de telefonía, pagos de casas, y muchos otros colgajos económicos, de comparar con la realidad de la mayoría de los chilenos.
Salario Mínimo: $ 144.000 ( Equivalentes a 274 dólares)
Salario presidencial $ 5.762.690 (Equivalente a 10.999 dólares)
Salario ministerial: $ 5.319.852 ( Equivalente a 10.152 dólares)
Directores de Servicio : $ 2.189.298 (Equivalente a 4.178 dólares)
Salario Senadores $ 5.319.852 (Equivalentes a 10.152 dólares)
De este comparativo se puede desprender que nuestras “autoridades” reciben salario de país rico, mientras la mayoría de los chilenos deben subsistir con remuneraciones miserables.
Lo anterior, hace poco creíble el discurso de la Justicia Social con que nos han mantenido engañados y nos clarifica los motivos por los que nuestros “políticos” se “apernan” en los cargos, defendiéndolos con uñas y dientes.
Para que la comparación sea “aterrizada” la Presidente gana 40 veces el sueldo de la mayoría de la ciudadanía, un Ministro o Senador, 36,94 veces, un subsecretario, 15.2 veces. Esto sin considerar los “extras” de cada uno.
Hemos considerado que viene al caso hacer esta comparación, porque los mismos que lucran de remuneraciones pagadas con los impuestos de todos los chilenos declaman a diario contra los privilegiados, ocultándole, de manera engañosa, al pueblo que los “nuevos ricos” son ellos.
La transparencia, y la decencia, no deben ser motivo de discusión sólo en los períodos electorales, ni cuando la Iglesia Católica habla de ética y justicia, son temas que debieran ser permanentes.
Pensamos, sobre todo viendo este lamentable cuadro, que la gente tiene razón al considerarse excluida del progreso que tanto se comenta, engañada con el presunto crecimiento con igualdad y dolida con tanta injusticia.
Creemos que nuestros políticos, con su increíble impudicia y falta de sentido de la justicia están “fabricando” un estallido social, que de venir, ni Dios lo quiera, arrasará con toda nuestra institucionalidad.
Los riegos, que son evidente, para todos menos para los gobernantes, nos pueden conducir a una nueva dictadura, de cualesquier signo, o lo que es tan grave como eso, entregar el país a las manos de algún demagogo populista.
Salario Mínimo: $ 144.000 ( Equivalentes a 274 dólares)
Salario presidencial $ 5.762.690 (Equivalente a 10.999 dólares)
Salario ministerial: $ 5.319.852 ( Equivalente a 10.152 dólares)
Directores de Servicio : $ 2.189.298 (Equivalente a 4.178 dólares)
Salario Senadores $ 5.319.852 (Equivalentes a 10.152 dólares)
De este comparativo se puede desprender que nuestras “autoridades” reciben salario de país rico, mientras la mayoría de los chilenos deben subsistir con remuneraciones miserables.
Lo anterior, hace poco creíble el discurso de la Justicia Social con que nos han mantenido engañados y nos clarifica los motivos por los que nuestros “políticos” se “apernan” en los cargos, defendiéndolos con uñas y dientes.
Para que la comparación sea “aterrizada” la Presidente gana 40 veces el sueldo de la mayoría de la ciudadanía, un Ministro o Senador, 36,94 veces, un subsecretario, 15.2 veces. Esto sin considerar los “extras” de cada uno.
Hemos considerado que viene al caso hacer esta comparación, porque los mismos que lucran de remuneraciones pagadas con los impuestos de todos los chilenos declaman a diario contra los privilegiados, ocultándole, de manera engañosa, al pueblo que los “nuevos ricos” son ellos.
La transparencia, y la decencia, no deben ser motivo de discusión sólo en los períodos electorales, ni cuando la Iglesia Católica habla de ética y justicia, son temas que debieran ser permanentes.
Pensamos, sobre todo viendo este lamentable cuadro, que la gente tiene razón al considerarse excluida del progreso que tanto se comenta, engañada con el presunto crecimiento con igualdad y dolida con tanta injusticia.
Creemos que nuestros políticos, con su increíble impudicia y falta de sentido de la justicia están “fabricando” un estallido social, que de venir, ni Dios lo quiera, arrasará con toda nuestra institucionalidad.
Los riegos, que son evidente, para todos menos para los gobernantes, nos pueden conducir a una nueva dictadura, de cualesquier signo, o lo que es tan grave como eso, entregar el país a las manos de algún demagogo populista.
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