Eutrapelia, por Luis Eugenio Silva.
Febrero es el mes de vacaciones por antonomasia. El descanso y la diversión, necesarios, creo que pocos lo saben, es una virtud. Ella se llama eutrapelia, palabra que viene del griego que etimológicamente significa broma amable. Aristóteles y S. Tomás de Aquino estudiaron esta virtud.
Pero la virtud de la eutrapelia se define como el moderar el exceso de las diversiones o entretenimientos. Es necesario recordarlo en la actual cultura que ha hecho de la diversión a cualquier precio un valor superior. Veamos si no lo que es la vacación playera: vorágine desatada.
Todos sabemos que estamos construidos para actuar y pensar, y por ello mismo, el reposo y la diversión es algo fundamental, para que la maravillosa máquina humana, nuestra naturaleza pueda hacer bien su labor, recuperando fuerzas y energía.
Vacacionar, verbo en uso actual, es un derecho porque es una necesidad. Pero las formas de descansar son muy variadas, y dependen no sólo de la capacidad económica, sino de modas, que hábilmente la publicidad introduce como una necesidad. Algo que conspira contra unas buenas y sanas vacaciones es el ocio absoluto, pero también la acción ininterrumpida. Viajar, cambiar de lugar es saludable, como hacer deporte y dedicar un tiempo al pensar y meditar.
No hacer nada es pernicioso, como agotador entrar en un torbellino de actividades que cansan síquica, material y espiritualmente. La inactividad total, el botarse horas y horas en una playa, o donde sea, no produce descanso, y la mente busca, ociosa, en qué ocuparse, y por lo general lo que elige es algo inadecuado, y a veces malsano.
Pensemos un poco cómo descansa nuestra juventud playera, discotecas, trasnochadas permanentes, dormilonas diurnas diarias, y no pocas veces excesos etílicos. Y eso a vista o consentimiento de los padres. Y ese modelo tiende a ser imitado por los segmentos menos adinerados de la sociedad, vacación = torbellino de sensaciones fuertes.
Tampoco el segmento adulto parece saber descansar, con las excepciones que todos conocen. Algunos trabajólicos no creen sean necesarias las vacaciones. Se equivocan.
Descansar es cambiar de actividad, y por cierto reposar, y también dedicar horas a la cultura: lectura, música, teatro, cine, conciertos. Pero también las vacaciones son momentos especiales para conversar, dialogar, pues la agitada vida que se lleva durante el año lo impide. Intensa vida social, pero poco diálogo de verdad durante casi todo el año invita a los amigos y familiares a conversar.
La virtud, que siempre es fortaleza, está en el medio. Seamos eutrapélicos sabiendo descansar, cultivándonos, relajándonos de las tensiones, pero todo ello con la moderación que exige nuestro ser humano.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
