Las ambiciones políticas suelen sacar a la luz pública las mejores características de los humanos, el espíritu de servicio publico y un inmenso compromiso con sus compatriotas, pero, lamentablemente en otros casos saca a relucir las garras que atenazan las almas de algunos con las odiosidades o las desmedidas ambiciones de poder y/o de beneficios pecuniarios.
Sin duda es imprescindible “sanear” la actividad para llenarla de los primeros, que generalmente son los más preparados y los más capaces, pata erradicar a los segundos que son esas especies de polillas que aparecen con las luces de la televisión, tienen un discurso lleno de demagogia y hacen gala de peligrosas tendencias a populismos con características mesiánicas y totalitarias.
Ejemplos tenemos a la vista, tenemos gente que no tiene necesidad de preocuparse por los asuntos públicos y sin embargo destinan gran parte de su vida a luchar por solucionar los problemas de los demás, por lo que obviamente son atacados y vilipendiados por quienes sienten que su clientela cautiva, los que nada han recibido de la sociedad, pueda seguir a esta gente distinta.
Sobre los segundos bástenos mirar a aquellos que tienen contratadas a sus familias en la Administración del Estado o a aquellos que usan las asignaciones de asesoría del Congreso para contratar a amigos y parientes, sin dejar de recordar, por cierto a un Honorable que al ser sorprendido hasta negó a su esposa a la que tenía entre los beneficiarios de estas prebendas.
Dignificar, profesionalizar y una ciudadanía alerta al trabajo de sus representantes son una de las herramientas imprescindibles para moralizar esta actividad indispensable para la vida organizada de la Nación, a la vez que exigencias legales claras sobre la cantidad minima de horas de trabajo y la transformación de los “programas” u ofertones en documentos exigibles por la ciudadanía.
Cuando un ciudadano candidato nos solicita nuestro voto nos está pidiendo nuestra parte personal de la Soberanía Popular y se está comprometiendo a ser nuestro mandatario en el cargo para el que está postulando, de acuerdo a los prometido y a los principios declarados, de no cumplir, simplemente está cometiendo un delito no tipificado de “estafa social”.
Creemos que esta “Estafa Social”, al igual que todos los delitos que conllevan el engaño, el timo es una artimaña para hacerse de algo que pertenece a otro, por lo que pensamos que además de conllevar la inmediata cesación del cargo obtenido, debe ser sancionado con duras penas corporales de prisión, sin dejar de lado las indemnizaciones que se pueda asignar a los objetos de la trampa.
Sanear la política, además de una necesidad ético moral, es imprescindible para allegar a ella a los mejores elementos de la sociedad y para incentivar a esas inmensas falanges de jóvenes que ni siquiera se inscriben por el asco que les proporciona lo que ven de esta actividad o a los desencantados que creen que pase lo que pase o gane el que gane siempre lo hará con mentiras y nunca solucionará los problemas.
Si queremos Gobiernos eficientes y Parlamentarios dedicados a fiscalizar intensamente tenemos la obligación de participar en los procesos electorales, sin perder de vista que son nuestros representantes, pagados con los impuestos que pagamos todos los chilenos, lo que los convierte en empleados de los ciudadanos, a los que deben rendir cuenta de sus actividades y del estado de cumplimiento de sus ofrecimientos.
Sin duda es imprescindible “sanear” la actividad para llenarla de los primeros, que generalmente son los más preparados y los más capaces, pata erradicar a los segundos que son esas especies de polillas que aparecen con las luces de la televisión, tienen un discurso lleno de demagogia y hacen gala de peligrosas tendencias a populismos con características mesiánicas y totalitarias.
Ejemplos tenemos a la vista, tenemos gente que no tiene necesidad de preocuparse por los asuntos públicos y sin embargo destinan gran parte de su vida a luchar por solucionar los problemas de los demás, por lo que obviamente son atacados y vilipendiados por quienes sienten que su clientela cautiva, los que nada han recibido de la sociedad, pueda seguir a esta gente distinta.
Sobre los segundos bástenos mirar a aquellos que tienen contratadas a sus familias en la Administración del Estado o a aquellos que usan las asignaciones de asesoría del Congreso para contratar a amigos y parientes, sin dejar de recordar, por cierto a un Honorable que al ser sorprendido hasta negó a su esposa a la que tenía entre los beneficiarios de estas prebendas.
Dignificar, profesionalizar y una ciudadanía alerta al trabajo de sus representantes son una de las herramientas imprescindibles para moralizar esta actividad indispensable para la vida organizada de la Nación, a la vez que exigencias legales claras sobre la cantidad minima de horas de trabajo y la transformación de los “programas” u ofertones en documentos exigibles por la ciudadanía.
Cuando un ciudadano candidato nos solicita nuestro voto nos está pidiendo nuestra parte personal de la Soberanía Popular y se está comprometiendo a ser nuestro mandatario en el cargo para el que está postulando, de acuerdo a los prometido y a los principios declarados, de no cumplir, simplemente está cometiendo un delito no tipificado de “estafa social”.
Creemos que esta “Estafa Social”, al igual que todos los delitos que conllevan el engaño, el timo es una artimaña para hacerse de algo que pertenece a otro, por lo que pensamos que además de conllevar la inmediata cesación del cargo obtenido, debe ser sancionado con duras penas corporales de prisión, sin dejar de lado las indemnizaciones que se pueda asignar a los objetos de la trampa.
Sanear la política, además de una necesidad ético moral, es imprescindible para allegar a ella a los mejores elementos de la sociedad y para incentivar a esas inmensas falanges de jóvenes que ni siquiera se inscriben por el asco que les proporciona lo que ven de esta actividad o a los desencantados que creen que pase lo que pase o gane el que gane siempre lo hará con mentiras y nunca solucionará los problemas.
Si queremos Gobiernos eficientes y Parlamentarios dedicados a fiscalizar intensamente tenemos la obligación de participar en los procesos electorales, sin perder de vista que son nuestros representantes, pagados con los impuestos que pagamos todos los chilenos, lo que los convierte en empleados de los ciudadanos, a los que deben rendir cuenta de sus actividades y del estado de cumplimiento de sus ofrecimientos.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
