BRAVO COLOMBIA pero ¡CUIDADO!:
DESPUÉS DEL ÉXITO MILITAR,
PUEDE VENIR LA VENGANZA POLÍTICA, MEDIÁTICA Y JUDICIAL.
*****
LUCHA ANTIGUERRILLERA: APLAUSOS PRIMERO, OLVIDO Y CONDENA DESPUÉS.
En la población sana, pacífica y honesta, cada una de las exitosas acciones militares contra las sanguinaria narcoguerrilla marxista de las FARC provoca, además de alivio, comprensibles y compartibles muestras de aprobación. Contrariamente, en filas de izquierda, estas mismas noticias producen tristeza y rechazo.
Los cómplices -más o menos disimulados- de cuanto movimiento revolucionario (cruento o incruento) anda por el mundo, sienten pesar por cada noticia que refleje un freno o una derrota para las intentonas de asalto al poder por parte de la izquierda violenta o pseudo pacífica. Los "compañeros de ruta" del marxismo y los llamados "inocentes-útiles" (esos que son siempre útiles pero rara vez inocentes) se esfuerzan en justificar la guerrilla y en fabricar pretextos para condenar las acciones militares en su contra.
En suma: el común de las personas de bien se alegra con el éxito alcanzado en el combate a la guerrilla mientras que la izquierda variopinta lamenta esas derrotas que asume como propias.
Así también sucede hoy en Colombia. Un amigo y colega colombiano, en cuya familia han sufrido secuestro y atentados de las FARC, me cuenta entusiasmado los últimos sucesos y la saludable reacción de la población que aplaude a las fuerzas militares.
La voz en el teléfono vibra, se conmueve, se alegra, se quiebra, hay silencios, se entristece al mencionar las víctimas mortales de la guerrilla, se alegra al detallar las operaciones exitosas…..
Sin querer disminuir la trascendencia y la alegría del momento, alerto a mi amigo (y a los colombianos de bien) acerca de lo que puede sucederles si ese éxito militar no se acompaña de eficaces y sostenidas acciones de esclarecimiento a la población. Lo hago a la luz de la dolorosa experiencia recogida en nuestros países.
Me explico: hace décadas, por estas latitudes, también la población aplaudió a policías y militares que arriesgaron y ofrendaron sus vidas en el combate a la guerrilla criminal. Aquí también, mediante exitosas operaciones militares fueron liberados los secuestrados por la guerrilla. Pero, desgraciadamente, un largo proceso de propaganda y agitación, acompañado de debilidades, complicidades y traiciones, provocó un cambió sustancial en el panorama.
La misma población -que sufrió el clima de terror impuesto por la guerrilla- fue inducida a olvidar los brutales crímenes cometidos por la sedición. En este sentido, la función de silencio y mordaza cumplida por los medios de comunicación posibilitó esa amnesia artificial.
Concomitantemente, quienes debieron hacerse oír, guardaron silencio y así, quedó libre el camino para que se impusieran -como si fuesen verdaderas- las falsas versiones propaladas por los mismos ex (?) guerrilleros y sus cómplices. De ese modo, los terroristas pasaron a ser vistos como idealistas angelicales y, al mismo tiempo, los uniformados -que antes fueron aplaudidos- pasaron a ser vistos como "violadores de derechos humanos".
Al nocivo y repugnante comportamiento de los medios de comunicación se sumó un pésimo manejo de la dirigencia política y de la cúpula militar. Todo orquestado para transformar en victimas a los victimarios y para condenar mediática y judicialmente a quienes tuvieron que enfrentar a la guerrilla. Se llegó a beneficiar a los guerrilleros regalándoles una amnistía total. Más tarde, luego de preparar adecuadamente el terreno, aparecen fiscales y jueces para terminar la tarea y condenar a quienes lucharon contra la guerrilla.
Mi amigo colombiano queda sorprendido y se espanta cuando le digo esto y, además, que si en Colombia no contrarrestan este tipo de propaganda, los mismos militares que hoy son condecorados y aplaudidos por su valor en la lucha anti-subversiva, terminarán presos.
"Imposible, aquí todos los colombianos saben que los militares están salvando al país entero de un triunfo de la guerrilla que mata y secuestra para transformarnos en otra Cuba".
Le respondo que también aquí fue esa una verdad percibida con nitidez.
La conversación telefónica con mi amigo se cortó. Al instante vuelve a sonar mi teléfono. Levanto el tubo y escucho algo que, sin saludo inicial ni nada parecido, me sonó como un rezongo o una proclama: "Ni la sociedad colombiana ni el mando militar permitirán jamás que un solo militar vaya preso".
Respondí que lamentaba decirle que por aquí también se escuchaban esas afirmaciones y hoy tenemos militares presos y extraditados y que ni la sociedad se inquietó ni el alto mando cumplió con impedir que los militares fuesen injustamente presos o extraditados. Es más, por aquí se escuchaba y se leía "Ni un solo militar será humillado, ni juzgado, ni preso". Y hoy, tenemos uniformados presos y extraditados mientras decenas de uniformados desfilan cotidianamente por los juzgados para alegría de la izquierda toda (que los escracha y humilla) y de los medios de comunicación en particular. Todo eso sucede y no hay reacción proporcionada a tamaña injusticia. El león de otrora se transformó en gatito acostumbrado a ser maltratado.
Expliqué que todavía hoy se interpreta y aplica la ley de modo tal que el resultado sea ese. Prevalecen los criterios políticos, la ley es pisoteada, la venganza se viste con ropajes de justicia. La única verdad es que los guerrilleros están sueltos, fueron "indemnizados" o premiados de mil formas y con enormes sumas, y -aunque cueste creerlo- hay uniformados presos y extraditados. Nuestros "Manulandas" hoy son hombres de gobierno, ministros, periodistas, artistas, burócratas hiper remunerados, etc.
Así que, -le advierto-, ojo con los políticos, ojo con los obispos y sacerdotes cercanos a la izquierda y mucho cuidado con militares débiles que son capaces de entregar a los suyos a cambio de treinta monedas o de nada realmente valioso.
Si tuviese que hacer un esfuerzo de previsión acerca de cómo intentará actuar la izquierda en Colombia, apoyándome en lo sucedido por aquí, diría resumidamente que:
Lanzarán una gran campaña mediática, dentro y fuera de fronteras, contra las fuerzas policiales y militares en torno a supuestas o reales violaciones de derechos humanos
Aparecerán emotivos testimonios de guerrilleros y sus compinches denunciando malos tratos inferidos por los uniformados
Entrarán en escena pública (aunque desde el inicio actúan tras bambalinas) obispos y sacerdotes. Tendrán pronto una especie de cocktail con diversos ingredientes que producirán múltiples efectos. Malabarismos semánticos para mezclar indebidamente nociones tan valiosas como perdón, reconciliación, culpa, responsabilidad, caridad, etc. Un potente efecto anestésico va dirigido a quienes es previsible que reaccionen para que no respondan; legitimador, para mejorar la imagen de los guerrilleros; incrustando sentimientos de culpa en el alma de militares y policías; etc.
Surgirán políticos que, haciéndose eco de esos testimonios lacrimógenos y guardando total silencio con relación a las víctimas inocentes de la guerrilla que pasan a ser olvidadas e ignoradas por completo, se empeñarán en conceder una amnistía para todos los autores, coautores y cómplices de los crímenes de la guerrilla.
Rápidamente llegarán desde el exterior los guerrilleros que habían logrado huir (sin haber sido juzgados ni purgado condena alguna) y se sumarán a quienes saldrán de las cárceles para formar un movimiento político "legal".
En medio de una gigantesca campaña propagandística, los guerrilleros terminarán consiguiendo votos que los transforme en legisladores. Otros, con un nuevo maquillasje, se destacarán como periodistas, docentes, artistas, etc. y se incrustarán en todas las áreas vitales de la sociedad.
Si los políticos no marxistas de Colombia son tan torpes, ineptos y corruptos como los de estas tierras, no habrá que sorprenderse si la misma izquierda accede al gobierno nacional con algún candidato que sea presentado como "moderado", que prometa paz y respeto a la ley que después pisoteará.
Una vez que todo esto suceda, verán como los mismos militares que ahora son aplaudidos, sufrirán la más brutal persecución mediática, política y judicial que los terminará condenando. La izquierda reclamará memoria pero sepultará en el olvido el sufrimiento de las verdaderas víctimas del terror guerrillero. Esa misma izquierda invocará la verdad y oficializará la más descarada mentira que le prepararán historiadores mercenarios. Todo será bajo el disfraz de la justicia para que el rencor y la venganza se abran camino hasta que militares y policías terminen tras las rejas.
Deseo fervientemente que Colombia evite padecer tal desgracia. Para ello, los colombianos deberán saber que, además de las exitosas acciones militares, se requiere una sostenida acción de esclarecimiento de la población que contrarreste todas y cada una de las mentiras que la izquierda lanza a cada paso.-
Prof. Alexander Torres Mega, Uruguay.
Nota de la Redacción: Parece estar escribiendo sobre Chile, lo que demuestra que los zurdos están cambiando la historia de todo el continente en su búsqueda de venganza, tratando de saciar su sed de poder y dinero.
DESPUÉS DEL ÉXITO MILITAR,
PUEDE VENIR LA VENGANZA POLÍTICA, MEDIÁTICA Y JUDICIAL.
*****
LUCHA ANTIGUERRILLERA: APLAUSOS PRIMERO, OLVIDO Y CONDENA DESPUÉS.
En la población sana, pacífica y honesta, cada una de las exitosas acciones militares contra las sanguinaria narcoguerrilla marxista de las FARC provoca, además de alivio, comprensibles y compartibles muestras de aprobación. Contrariamente, en filas de izquierda, estas mismas noticias producen tristeza y rechazo.
Los cómplices -más o menos disimulados- de cuanto movimiento revolucionario (cruento o incruento) anda por el mundo, sienten pesar por cada noticia que refleje un freno o una derrota para las intentonas de asalto al poder por parte de la izquierda violenta o pseudo pacífica. Los "compañeros de ruta" del marxismo y los llamados "inocentes-útiles" (esos que son siempre útiles pero rara vez inocentes) se esfuerzan en justificar la guerrilla y en fabricar pretextos para condenar las acciones militares en su contra.
En suma: el común de las personas de bien se alegra con el éxito alcanzado en el combate a la guerrilla mientras que la izquierda variopinta lamenta esas derrotas que asume como propias.
Así también sucede hoy en Colombia. Un amigo y colega colombiano, en cuya familia han sufrido secuestro y atentados de las FARC, me cuenta entusiasmado los últimos sucesos y la saludable reacción de la población que aplaude a las fuerzas militares.
La voz en el teléfono vibra, se conmueve, se alegra, se quiebra, hay silencios, se entristece al mencionar las víctimas mortales de la guerrilla, se alegra al detallar las operaciones exitosas…..
Sin querer disminuir la trascendencia y la alegría del momento, alerto a mi amigo (y a los colombianos de bien) acerca de lo que puede sucederles si ese éxito militar no se acompaña de eficaces y sostenidas acciones de esclarecimiento a la población. Lo hago a la luz de la dolorosa experiencia recogida en nuestros países.
Me explico: hace décadas, por estas latitudes, también la población aplaudió a policías y militares que arriesgaron y ofrendaron sus vidas en el combate a la guerrilla criminal. Aquí también, mediante exitosas operaciones militares fueron liberados los secuestrados por la guerrilla. Pero, desgraciadamente, un largo proceso de propaganda y agitación, acompañado de debilidades, complicidades y traiciones, provocó un cambió sustancial en el panorama.
La misma población -que sufrió el clima de terror impuesto por la guerrilla- fue inducida a olvidar los brutales crímenes cometidos por la sedición. En este sentido, la función de silencio y mordaza cumplida por los medios de comunicación posibilitó esa amnesia artificial.
Concomitantemente, quienes debieron hacerse oír, guardaron silencio y así, quedó libre el camino para que se impusieran -como si fuesen verdaderas- las falsas versiones propaladas por los mismos ex (?) guerrilleros y sus cómplices. De ese modo, los terroristas pasaron a ser vistos como idealistas angelicales y, al mismo tiempo, los uniformados -que antes fueron aplaudidos- pasaron a ser vistos como "violadores de derechos humanos".
Al nocivo y repugnante comportamiento de los medios de comunicación se sumó un pésimo manejo de la dirigencia política y de la cúpula militar. Todo orquestado para transformar en victimas a los victimarios y para condenar mediática y judicialmente a quienes tuvieron que enfrentar a la guerrilla. Se llegó a beneficiar a los guerrilleros regalándoles una amnistía total. Más tarde, luego de preparar adecuadamente el terreno, aparecen fiscales y jueces para terminar la tarea y condenar a quienes lucharon contra la guerrilla.
Mi amigo colombiano queda sorprendido y se espanta cuando le digo esto y, además, que si en Colombia no contrarrestan este tipo de propaganda, los mismos militares que hoy son condecorados y aplaudidos por su valor en la lucha anti-subversiva, terminarán presos.
"Imposible, aquí todos los colombianos saben que los militares están salvando al país entero de un triunfo de la guerrilla que mata y secuestra para transformarnos en otra Cuba".
Le respondo que también aquí fue esa una verdad percibida con nitidez.
La conversación telefónica con mi amigo se cortó. Al instante vuelve a sonar mi teléfono. Levanto el tubo y escucho algo que, sin saludo inicial ni nada parecido, me sonó como un rezongo o una proclama: "Ni la sociedad colombiana ni el mando militar permitirán jamás que un solo militar vaya preso".
Respondí que lamentaba decirle que por aquí también se escuchaban esas afirmaciones y hoy tenemos militares presos y extraditados y que ni la sociedad se inquietó ni el alto mando cumplió con impedir que los militares fuesen injustamente presos o extraditados. Es más, por aquí se escuchaba y se leía "Ni un solo militar será humillado, ni juzgado, ni preso". Y hoy, tenemos uniformados presos y extraditados mientras decenas de uniformados desfilan cotidianamente por los juzgados para alegría de la izquierda toda (que los escracha y humilla) y de los medios de comunicación en particular. Todo eso sucede y no hay reacción proporcionada a tamaña injusticia. El león de otrora se transformó en gatito acostumbrado a ser maltratado.
Expliqué que todavía hoy se interpreta y aplica la ley de modo tal que el resultado sea ese. Prevalecen los criterios políticos, la ley es pisoteada, la venganza se viste con ropajes de justicia. La única verdad es que los guerrilleros están sueltos, fueron "indemnizados" o premiados de mil formas y con enormes sumas, y -aunque cueste creerlo- hay uniformados presos y extraditados. Nuestros "Manulandas" hoy son hombres de gobierno, ministros, periodistas, artistas, burócratas hiper remunerados, etc.
Así que, -le advierto-, ojo con los políticos, ojo con los obispos y sacerdotes cercanos a la izquierda y mucho cuidado con militares débiles que son capaces de entregar a los suyos a cambio de treinta monedas o de nada realmente valioso.
Si tuviese que hacer un esfuerzo de previsión acerca de cómo intentará actuar la izquierda en Colombia, apoyándome en lo sucedido por aquí, diría resumidamente que:
Lanzarán una gran campaña mediática, dentro y fuera de fronteras, contra las fuerzas policiales y militares en torno a supuestas o reales violaciones de derechos humanos
Aparecerán emotivos testimonios de guerrilleros y sus compinches denunciando malos tratos inferidos por los uniformados
Entrarán en escena pública (aunque desde el inicio actúan tras bambalinas) obispos y sacerdotes. Tendrán pronto una especie de cocktail con diversos ingredientes que producirán múltiples efectos. Malabarismos semánticos para mezclar indebidamente nociones tan valiosas como perdón, reconciliación, culpa, responsabilidad, caridad, etc. Un potente efecto anestésico va dirigido a quienes es previsible que reaccionen para que no respondan; legitimador, para mejorar la imagen de los guerrilleros; incrustando sentimientos de culpa en el alma de militares y policías; etc.
Surgirán políticos que, haciéndose eco de esos testimonios lacrimógenos y guardando total silencio con relación a las víctimas inocentes de la guerrilla que pasan a ser olvidadas e ignoradas por completo, se empeñarán en conceder una amnistía para todos los autores, coautores y cómplices de los crímenes de la guerrilla.
Rápidamente llegarán desde el exterior los guerrilleros que habían logrado huir (sin haber sido juzgados ni purgado condena alguna) y se sumarán a quienes saldrán de las cárceles para formar un movimiento político "legal".
En medio de una gigantesca campaña propagandística, los guerrilleros terminarán consiguiendo votos que los transforme en legisladores. Otros, con un nuevo maquillasje, se destacarán como periodistas, docentes, artistas, etc. y se incrustarán en todas las áreas vitales de la sociedad.
Si los políticos no marxistas de Colombia son tan torpes, ineptos y corruptos como los de estas tierras, no habrá que sorprenderse si la misma izquierda accede al gobierno nacional con algún candidato que sea presentado como "moderado", que prometa paz y respeto a la ley que después pisoteará.
Una vez que todo esto suceda, verán como los mismos militares que ahora son aplaudidos, sufrirán la más brutal persecución mediática, política y judicial que los terminará condenando. La izquierda reclamará memoria pero sepultará en el olvido el sufrimiento de las verdaderas víctimas del terror guerrillero. Esa misma izquierda invocará la verdad y oficializará la más descarada mentira que le prepararán historiadores mercenarios. Todo será bajo el disfraz de la justicia para que el rencor y la venganza se abran camino hasta que militares y policías terminen tras las rejas.
Deseo fervientemente que Colombia evite padecer tal desgracia. Para ello, los colombianos deberán saber que, además de las exitosas acciones militares, se requiere una sostenida acción de esclarecimiento de la población que contrarreste todas y cada una de las mentiras que la izquierda lanza a cada paso.-
Prof. Alexander Torres Mega, Uruguay.
Nota de la Redacción: Parece estar escribiendo sobre Chile, lo que demuestra que los zurdos están cambiando la historia de todo el continente en su búsqueda de venganza, tratando de saciar su sed de poder y dinero.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.