El “Roto” chileno es paciente pero no tonto
El “roto” chileno es un personaje tranquilo, crédulo, bien intencionado, pero no por estas características alguien puede confundirlo por conformista, cobarde o fácil de ser engañado de manera permanente.
El chileno con su docilidad ha permitido muchos abusos, pero cuándo considera que se está abusando con el tiene un despertar leonino, si no nos cree estudie lo que sucedió el 2 de abril de 1952.
El año 70 del siglo pasado, llegó al poder legítimamente don Salvador Allende y mientras se mantuvo dentro de las leyes y no trató de subyugarnos por el estomago lo soportamos sin grandes problemas.
Cuando descubrió que por medio de los “resquicios” legales se le podía doblar la nariz a la Ley e inicio los intentos por baypasearse al Congreso, comenzaron las protestas y los gremios comenzaron a paralizar las actividades.
Cuándo las madres descubrieron que a sus hijos se les estaba enseñando a odiar a los padres y se les pretendía concienciar con doctrinas extrañas, salieron como fieras a defender a su prole.
Los Militares estaban tranquilos en sus cuarteles, incluso muchos oficiales superiores habían sido designados como Ministros para que asumieran en costo político de las medidas impopulares.
La ciudadanía comenzó a exigir a la Fuerzas Armadas poner fin al nefasto experimento Allendista, como no se decidían, sus cuarteles fueron sembrados de maíz y la gente les gritaba gallinas.
Los uniformados, después de muchas cavilaciones, salieron a las calles y derrocaron a la Constitución del 25, que daba sustento al Gobierno de Allende, se estableció toque de queda, estado de sitio y se anuncio medidas fuertes para quienes resistieran.
No faltaron los descentrados que atacaron a nuestras Fuerzas Armadas Profesionales, con lo que hubo una gran cantidad de muertos, de ambos lados, pues cayeron muchos uniformados.
Los dirigentes, esos que llamaban a luchar y pedían guerras civiles y paredones, corrieron a refugiarse en las legaciones diplomáticas, dejando abandonados a aquellos a los que habían usado.
No hemos pretendido hacer un compendio histórico, solo hemos hilvanado algunas ideas para no permitir que se olvide lo que en realidad sucedió en nuestro país como una manera de evitar que el desastre se pueda repetir.
Hoy, con esas paradojas de la vida, los que destruyeron el país se encuentran en el Gobierno o en el Congreso, mientras aquellos que lo salvaron y aseguraron la reconstrucción, se encuentran en la cárcel.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
