Sea este nuestro saludo al mundo laboral, del que ciertamente somos parte, y la esperanza de una vida mejor, con la seguridad que para lograrla es inevitable deshacerse de la pandilla de abusadores que se han hecho del poder nacional y del hato de pinganillas que se han tomado el movimiento sindical.
No dejar que nos usen estas bandas de aprovechadores son una forma de iniciar nuevas vidas, hacerles la pelea es un deber moral, porque la dignidad del trabajo y la seriedad de la vida pública merecen los esfuerzos que hagamos.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.