“Piensa bien las cosas antes de decirlas”
Herramientas para formar en las virtudes
1. Formación de la Inteligencia. Virtud: La prudencia
1. La inteligencia
La inteligencia humana como capacidad de captar la esencia de las cosas, constituye la ventana del espíritu. Ella es el auriga (chofer) de la personalidad. Podemos decir que la madurez de la inteligencia lleva necesariamente a la madurez humana, ya que el desarrollo de la inteligencia implica el desarrollo de sus cuatro principales funciones: analizar, sintetizar, relacionar y juzgar.
Analizar: descomponer con acierto un todo en sus partes. Analiza bien quien reconoce el lugar al que pertenece una parte del todo. Por ejemplo al ver una película, se pone atención a los personajes, las acciones, los diálogos…por separado para llegar después a la conclusión.
Sintetizar: Recomponer lo analizado; decir con exactitud y concisión una idea que se encuentra expresada en muchas páginas. Sintetiza bien quien sabe formar un conjunto a partir de elementos hallados en distintas fuentes y quien con agilidad sabe distinguir lo esencial de lo accidental y periférico.
Relacionar: Comparar, distinguir y unir los diversos aspectos de una realidad hasta formar en su mente un todo unitario.
Juzgar: es el culmen de la actividad del entendimiento. Juzga bien quien capta y valora con objetividad la verdad encerrada en mensajes, problemas, situaciones humanas, actividades; quien no se precipita en sus opiniones, quien no se contenta en pensar como la mayoría, quien supera los prejuicios personales, familiares, ambientales, culturales o sociales; quien busca la verdad de las cosas por encima de su propio juicio.
2. Cualidades de la inteligencia
Es importante formar en los alumnos las cualidades que mejor definen una inteligencia rica y potente como son:
• Capacidad de pensar con profundidad, de reflexionar para penetrar en la esencia de las cosas.
• Claridad, precisión y rigor lógico
• Mente rápida, intuitiva y dinámica
• Pensar con objetividad e independencia sin que los sentimientos y emociones influyan indebidamente sobre la capacidad de juicio
• Cultivar la flexibilidad contraria a la rigidez y a la terquedad.
No podemos pretender que todas las personas tengan parecida capacidad intelectual, hay diversos grados y distintas características. Lo interesante es que cada quien alcance el máximo desarrollo de sus propias cualidades intelectuales y que la inteligencia se encause a la búsqueda de la verdad. Para ello debemos procurar una preparación sólida, profunda y selecta, que nos permita conocer adecuadamente las verdades de la fe y de la moral cristiana, los problemas del mundo y las corrientes culturales de la época. A demás es necesario combatir la pereza y la mediocridad intelectual, que restan eficacia a nuetro trabajo y formación.
La inteligencia se mide por la consistencia de las ideas. Bajo este parámetro podemos comparar al hombre con el barro y la roca.
• Los hombres los débiles, no tienen una estructura mental propia. Como el barro, adquieren una forma esculpida por un agente exterior, se moldean bajo cualquier forma, quedan marcados por cualquier huella; se asemejan al recipiente donde lo depositan, sufren el desgaste de cualquier viento de la opinión , las circunstancias (tiempo, lugar, ambiente) pesan más que ellos mismos y se resignan a no tener voz, a ser apenas un eco. Los hombres de barro no deciden, son manipulados, son borregos.
• Los hombres fuertes son siempre iguales, son siempre ellos idénticos consigo mismos; no se dejan manipular. Ellos son los protagonistas de su propia biografía.
¿A qué tipo de persona perteneces tú?
¿A qué tipo de personas pertenecen tus alumnos?
¿Tienes un punto sólido y convicciones fundamentales?
3. Formación de la inteligencia
No se puede enseñar sino en gerundio, es decir, llevando a la persona a hacer por sí misma la experiencia. Debe aprender a pensar, pensando; a analizar, analizando, etc. Y nuestra tarea principal como formadores es ayudarles a reflexionar continuamente.
Sin embargo, la finalidad de la formación de la inteligencia, es que esta se convierta en la facultad que guíe a la persona. Si analizamos el ambiente que nos rodea, sobre todo, el ambiente con que se tienen que enfrentar nuestros alumnos, nos damos cuenta que vivimos en un ambiente donde todo se capta mediante los sentidos, así, lo que más llama la atención, lo que más agrada, lo que más gusta o satisface, lo que provoca cierto placer, lo que se antoja en el momento, eso, eso es lo que se elige. Por ello es importante enseñar al alumno a que sea su razón, bien formada e iluminada por la fe, la que señale el camino a seguir siempre y no los sentimientos, los gustos o las pasiones.
Una acertada formación de la inteligencia no consiste sólo en la adquisición cuantitativa del saber, lo que podríamos llamar la acumulación de la información, sino, en el uso adecuado de la razón, en la penetración de la verdad buscada por encima de todo, en la capacidad de emitir juicios rectos y equilibrados sobre sí mismos, las demás personas, los acontecimientos de la historia de la sociedad y de la cultura.
Tú labor principal como formador será:
• Presentar a los alumnos criterios claros que iluminen su mente. Darle siempre razones, es decir, explicarles el porqué de las decisiones que como adultos tomamos, de tal manera que ellos las comprendan y las asimilen.
• Ayudarles y enseñarles a reflexionar e interiorizar para que estén atentos en lo que deben hacer cada momento y sepan el por qué deben hacerlo. El hábito de pensar en las causas y consecuencias de nuestros actos es un hábito que se ha perdido actualmente.
• Enseñarles a buscar la verdad, que ellos sepan dar razones de sus actos y encontrar la verdad.
4. Peligros
Algunos peligros o deformaciones en los que pudieran caer nuestros alumnos.
Afán de intelectualismo : Es la característica de las personas que prefieren convivir más con los libros que con sus semejantes. Hay que encausar ese sano deseo de adquirir conocimiento para que no caigan en le peligro de aislarse del mundo que les rodea, en una forma de asilamiento personal.
Racionalismo autosuficiente:Características de aquellos que buscan medir y valorar todo exclusivamente en función de sus razonamientos y conocimientos, mostrándose autosuficientes y apegados a su propio juicio.
Complejo cartesiano: Es la característica de las personas que dudan de todo. Viven en la incredulidad, la confusión y la desconfianza.
Pereza: Típico peligro en el adolescente. Es simplemente evitar todo esfuerzo que implique razonar.
Mediocridad intelectual: no poner esfuerzo al hacer las cosas.
Irreflexión:Creer todo aquello que se oye y se ve sin reflexionar en la objetividad de las cosas.
Imprudencia: actuar precipitadamente impulsada por la pasión o deseo de decir lo que se sabe o piensa sin considerar personas, circunstancias y momentos.
Negligencia: perder el tiempo, no ejecutar lo que se debe hacer en el momento.
La Virtud de la Prudencia
La prudencia es una virtud cardinal que se manifiesta en un pensamiento o juicio maduro, no improvisado ni precipitado; con la finalidad de evitar un mal o conseguir un bien, para el cual el hombre pone todo su empeño.
Los grandes filósofos la llegaron a llamar ciencia y sabiduría, alma y mente del mundo. El discernimiento entre el bien y el mal es propio de los hombres maduros y experimentados.
Es la virtud que guía y encausa a las demás virtudes cardinales. Y esto, evidentemente, es el acto de la razón, no del sentido ni del apetito. El hombre prudente equivale al hombre hábil, competente, docto y sabio.
La prudencia es como la fuente y raíz de todas las virtudes, reside en la inteligencia. En ella se distinguen cinco etapas: juicio, deliberación, ordenación, dispensación y moderación.
Juicio, mediante este distinguimos las cosas lícitas de las ilícitas, segregando lo bueno de lo malo.
Deliberación, de lo mucho que hay lícito, elegimos lo útil de lo inútil; discernimos entre lo cómodo y lo incómodo. Nos retrae siempre de las cosas inútiles
Disposición, elegimos y ponemos todo en orden sin dejar nada confuso.
Dispensación, distinguimos lo oportuno de lo inoportuno, considerando las debilidades humanas.
Moderación, observamos en todo una digna honestidad, distinguimos entre lo moderado y lo inmoderado
Algunos consejos prácticos que pueden ayudar a formar esta virtud. De esta manera podemos ayudar a nuestros alumnos a dar paso a realizaciones efectivas, al amor sincero, al servicio abnegado, siguiendo siempre la consigna de “decir poco y hacer mucho”.
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