
Con el dólar casi a 500, sin claridad sobre el tema energético, con delincuencia y violencia creciente, con déficits de infraestructura tecnológica, sin ciencia y tecnología, y con centralización obscena, enormes rigideces macroeconómicas, burocracia creciente, mala educación, EFE sangrando, Codelco subiendo costos y otras yerbas, simplemente no hay camino. Por eso, el ministro de Hacienda anuncia un presupuesto increíblemente expansivo y poca imaginación, y al mismo tiempo una tasa de crecimiento menor para el año siguiente: ¿quién lo entiende? Tampoco nos dice exactamente las metas concretas que espera lograr, de modo que es imposible controlar de verdad el uso de los recursos, más allá de lo obvio, que es la corrupción.
Las decisiones sólo se pueden tomar en el presente. No es posible “pre-decisionar” el futuro. Sólo podemos tener intenciones sobre el futuro, pero las decisiones se tomarán cada vez que corresponda, a su tiempo. Por ello, la historia se juega sin ensayos ni garantías. El equipo económico juega al empate y se farrea su oportunidad histórica de hacer algo, particularmente por el hecho histórico de poder hacerlo.
De los 30 mil millones (al menos) que acumulará Chile, yo invertiría unos 6 mil de inmediato. Esto es lo que haría:
Mil millones irían, YA, al proyecto “potencia agroalimentaria mundial”. Los distribuiría por regiones, con administración regional basada en consejos locales, integrados por ambas coaliciones de manera paritaria. Su objeto, proyectos de inversión pequeños y medianos con igual participación privada. Eso es verdaderamente “pacto social”. Lo demás es música.
Otros mil irían al turismo, en la misma modalidad. Otros mil al desarrollo de los clusters mineros, siempre en la misma modalidad. Otros mil irían a ciencia y tecnología, para hacer alianzas con grandes centros mundiales para que éstos se radicaran con centros en Chile, con la mitad de investigadores locales, incluyendo una promoción descomunal a las vocaciones científicas. Un quinto “mil” iría a un sistema de premios e incentivos reales y generosos a los INVENTORES del país, de manera de generar la innovación desde las raíces y no en programas burocráticos que se esmeran en “crear” innovación, lo que no es posible. Eso no funciona así. Esto generaría una nueva “casta” de innovadores de verdad y no de libro. Una marea de inventos genera actividad, innovación, empresas, y todo lo que sigue.
Finalmente, me gastaría los últimos mil en la modernización efectiva de todo el aparato estatal. Lo haría entero digital, totalmente descentralizado, rápido, adaptativo, pequeño, pensante en políticas públicas, altamente profesionalizado, bien remunerado, enorme capacidad de control y gestión para la ejecución externalizada de la mayoría de las cosas.
Si me dieran un restito más, crearía un colegio virtual casi perfecto, completo, y lleno de herramientas complementarias, pluralista, con tres o cuatro alternativas por curso, y les daría acceso a todos los colegios de Chile para que los profesores usaran esas clases con su complemento personal. Sólo se necesita un proyector y computador en cada sala, y conexión a internet. Sobra plata para eso.
Hay que erradicar la pobreza al mismo tiempo que generar 100.000 nuevos empresarios innovadores. Ideas sobran. Lo que falta es voluntad, y efectivamente, como dice la Presidenta, un nuevo gran acuerdo social, que debe partir por las cúpulas. Me sumo al proyecto. Ojalá que no se quede en el discurso y lo haga. La historia se juega sin ensayo, el futuro es hoy.
Tomado de Diario La Segunda.
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