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jueves, 30 de agosto de 2007

Ratzinger: Académico, Pastor y Pontífice


Ratzinger: Académico, Pastor y Pontífice


Hace pocas semanas se ha celebrado el segundo aniversario de la elección de Joseph Ratzinger como el Papa Benedicto XVI. Su nominación que, aunque para muchos no resultó sorpresiva, generó muchas expectativas respecto de las proyecciones del Pontificado de un intelectual de la talla del entonces cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. A dos años de este hecho, cabe preguntarse qué rasgos de la figura del Papa Benedicto XVI hacen que paulatinamente el mundo vaya conociendo al Pontífice, al académico y al pastor, y desechando la bizarra imagen de inflexibilidad y dureza que no pocos medios atribuían al entonces Cardenal. En primer lugar, Joseph Ratzinger es un académico de alto vuelo, no sólo en el ámbito de las universidades alemanas donde participó activamente, sino que también en su actuación conciliar, y en su reflexión intelectual sobre distintos ámbitos de la vida cultural de Occidente y Oriente, que en Chile se pudo conocer durante su visita en 1988, avalada por sus abundantes y macizas publicaciones. Su estructura de pensamiento
- aristotélico germana por decirlo de algún modo - se puede ver reflejada en dos interesantes entrevistas efectuadas, una de ellas por el periodista Vittorio Messori y otra por el escritor Peter Seewald. Hace algún tiempo, destacó también su interesante polémica con el pensador Jurgen Habermas conocida como "Las bases prepolíticas del estado liberal".
Lo mismo sea dicho con la primera Encíclica "Deus caritas est", su famoso discurso efectuado en la Universidad de Ratisbona - que a raiz de una interpretación torcida suscitó abundante polémica -, la reciente carta Sacramentum Caritatis, y hace pocos días el lanzamiento de un nuevo libro de su autoría sobre la figura de Jesús. En segundo lugar, Ratzinger ha desempeñado toda la jerarquía de encargos pastorales, en los cuales ha conocido de manera certera y profunda, a través de la confesión y el trabajo sacerdotal, la realidad de la fe en la vida ordinaria. No es, como algunos señalan, un pastor a disgusto o encerrado en el limbo de la intelectualidad. Su presencia en el Encuentro Mundial de Jóvenes en Colonia, sus permanentes audiencias en las cuales hace sentir su opinión sobre los más diversos ámbitos de la vida social, cultural política y económica de los pueblos, y su cálida recepción a figuras que van desde Oriana Fallaci al teólogo suizo Hans Kung no revelan ni de asomo esa distorsionada figura de un Papa ajeno a la cotidianeidad. En tercer lugar, Ratzinger como Pontífice encarna de manera evidente el panorama que el discurso inaugural del último cónclave resumió como misión del sucesor de Wojtyla: luchar contra la dictadura del relativismo.

A estas alturas, no es un misterio - según él mismo ha relatado- cuánto Ratzinger hizo y rezó para que la elección no recayera en él. Las ansias de retorno a su tierra natal, a la vida académica a tiempo completo, y a concluir sus días en la tranquilidad de la reflexión y el estudio debieron ser pospuestas, pues por ese singular designio divino, y por voluntad de los Cardenales, la misión descrita en ese discurso debía desempeñarla personalmente el nativo de Markt am Inn, el modesto obrero de la Viña del Señor, como él mismo se describe en sus primeras palabras luego del Habemus Papam. A sus 80 años recién cumplidos, Ratzinger seguirá sorprendiendo al mundo entero, quizás no tanto por el anuncio de reformas sustanciales, de aboliciones éticas o de concesiones a favor de la paridad, como muchos reclaman. No se trata de un Pontífice académico para Europa, sino que para el mundo entero y para quienes buscan certezas y no ambigüedades. Su testimonio, figura y acción trascienden con creces una burda serie animada de corto alcance y pocas luces artísticas que se exhibe por estos días, y que pretende distorsionar y ofender la institución, el ejemplo intelectual, moral y cultural que Benedicto XVI encarna, y que muchos, aún en las antípodas de su pensamiento, respetan. Es la gran diferencia entre Ratzinger, la comunidad académica honesta - no por ello menos diversa- y la atrofia creativa de algunos realizadores, que postulan la ofensa como medio de expresión artística.



Críspulo Marmolejo González
M.L.A Program Student
University of Saint Thomas, Houston, Texas

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