Dios, patria y familia,
por Germán Becker Ureta.
Las palabras que encabezan estas líneas fueron la base moral y emocional de mis remotos días de niño, y que compartíamos en el mundo que habitábamos junto a nuestros mayores. Más de alguno de los amables lectores las recordarán. De todas maneras, se estiman entre las cosas olvidadas. Es decir, nos habríamos olvidado de Dios, de la patria y de la familia. ¿Eso habría ocurrido en el alma de los chilenos? La epopeya de los 33 mineros lo ha desmentido.
Cuando ellos se expresaban, pedían la ayuda de Dios; lo mismo ocurría con los heroicos rescatistas y jamás olvidaremos las plegarias de sus amantes familias y de tanta gente a lo largo de Chile y quizás del mundo. ¡Dios estuvo presente! el himno nacional, el ceacheí y las banderas de Chile que se apoderaron del viento.
¡La patria estaba con ellos!, y por último la familia. Por la televisión vimos los rostros de esposas, hijos, hermanos, suegros, padres, madres, tíos, etcétera.
Una expresión gigantesca y emocionante de la familia. El profundo concepto moral de Dios, patria y familia no se había extinguido. Si bien cuando éramos niños, éste era como un ancho río que pasaba por nuestras vidas, los 33 mineros nos hicieron saber que esas aguas que antes uno las veía correr, hoy siguen fluyendo por el fondo de la tierra.