Antiguamente se nos enseñaba la necesidad de comer alimentos de los cuatro grupos, equilibradamente, para tener una alimentación sana que nos permitiera enfrentar de buena manera el avance de la edad.
Hoy, ya en los cursos pequeños de los colegios es notoria, a simple vista, un tremendo sobrepeso en los infantes, con altos grados de obesidad, y basta caminar por las calles para constar como engordamos a ojos luces.
Es cierto que el bombardeo publicitario-comercial nos incentiva a comer cualesquier porquería, pero también es cierto que la Familia y los Servicios de Salud deben volver a realizar su labor educacional.
Los padres, que somos en parte importante culpables, hemos caído en la comodidad de buscar alimentaciones rápidas, no fomentar a nuestros hijos los deportes y dejarlos al “cuidado” de la Televisión.
No podemos tener una mezcla más explosiva, la salud futura del país la construimos hoy, no solo con medios económicos para brindar las atenciones, sino que con una vida sana que las haga innecesarias.
Tenemos tantos médicos dedicados a la política, con ampulosos discursos y explosivas soluciones, pero para hacer planteamientos serios, ni se les escucha la voz, simplemente parecen perder el habla.
Los países que tratan de vivir sin valores
terminan por desvalorizar la vida de sus ciudadanos.
