CODELCO ¿La Proxima EFE?, por Gonzalo Vial C.
Ferrocarriles —la EFE de hoy— fue la más gigantesca empresa del Estado chileno hasta la aparición de CODELCO: 7 mil kilómetros de vías férreas, miles y miles de empleados y estaciones en todo Chile. Hacia 1930, exceptuados Aysén y Magallanes, no existía poblado nacional de mil habitantes o más, que no tuviera estación ferroviaria a diez kilómetros de distancia o menos. En igual fecha, de Ferrocarriles venía el 12% de los ingresos ordinarios del Fisco.
Simultánea y desgraciadamente, sin embargo, tales ingresos estaban muy por debajo de lo que costaba producirlos, dejando año a año una enorme pérdida, que el Estado debía solventar. Situación que condujo, después de incontables ‘‘planes’’, ‘‘reorganizaciones’’ y onerosas ‘‘modernizaciones’’, a la decadencia terminal de Ferrocarriles, irreversible desde los años ’70 del siglo XX.
El quid de lo sucedido (y también de lo que hoy continúa sucediendo con tanto escándalo) era el carácter estatal de la empresa, vale decir su control por el gobierno de turno, vale decir por la combinación política que lo sustentaba en un momento determinado. ¡Qué bocado tan apetitoso! Miles de puestos para correligionarios de partido; agencias electorales en el territorio íntegro; tarifas bajo costo, ramales o estaciones inútiles, contratos sobrevalorados o innecesarios, etc., para pagar favores, ayudar a los amigos y conquistar adherentes; todo esto y más se vio en Ferrocarriles del siglo XX. Resultado: pérdidas crónicas y ruina última de la mayor inversión nacional de nuestra historia.
Se discurrieron hábiles fórmulas para descentralizar y despolitizar la empresa; se hizo borrón y cuenta nueva de sus pérdidas; se la dotó periódicamente de materiales modernísimos; fueron puestos a su cabeza hombres de superior competencia, austeros, patriotas y apolíticos, como Pedro Blanquier o Juan Lagarrigue o Jorge Guerra. No vacilaron ellos en adoptar medidas de emergencia muy severas, así el despido de 5.000 a 6.000 ferroviarios que ordenó Blanquier en 1927/1928... Todo inútil. A poco andar, volvía la política. ¿Por qué? Porque era una empresa estatal de enorme inversión y movimiento, que PERDIA montañas de dinero... pero también MANEJABA montañas de dinero.
Finalmente, ella misma se suicidó, levantando —con su desfinanciamiento, déficit e ineficacia— su propio patíbulo: la competencia de los buses rurales.
Pienso, temo, que CODELCO puede ser la próxima EFE.
Se dan todas las condiciones: estatal, inmensa, maneja sumas gigantescas, permite de este modo hacer muchos favores, pagar muchos servicios. Un ‘‘ideal’’ para gobernantes y políticos de cualquier color, incluso crea la ilusión de que cuanto se utilice para esos fines no hará mella, no se advertirá en el imponente río de millones que corren, no perjudicará a la empresa... Y así comienza el desplome.
El precio actual del cobre disimulará el paulatino derrumbe, mientras dure. Pero los síntomas son alarmantes en sí mismos, aparte de la bonanza inmediata y posiblemente pasajera: leyes de mineral que bajan, costos que suben, los chinos que entran por una puerta excusada, las nuevas mineras nacionales que ya superan (entiendo) la producción de CODELCO...
Y sobre todo, los indicios de explotación política, de que CODELCO pueda tentarse y ser caja pagadora de ayudas de esta especie, y refugio y consuelo en las tribulaciones para amigos ‘‘con ventaja’’... la ventaja de pertenecer al partido X o Y. La misma tentación que arruinó a EFE.Lo peor es que, con esa complejidad operativa y esos flujos multimillonarios, lo anterior puede estar desarrollándose a niveles medios, y la cúpula de CODELCO no sólo ignorarlo, sino realmente carecer de medios para saberlo.
Sigue un resumen breve e incompleto de ‘‘cosas raras’’ de esta clase, sucedidas en CODELCO durante el régimen actual y el anterior. Porque, reitero, NINGUN régimen puede solucionar el vicio de estructura: ser megaempresa fiscal.
1. 1989. Un candidato a parlamentario le vende a CODELCO la edición completa de un libro suyo, sin ninguna relación con la empresa. Se ignora, ¡CODELCO ignora!, qué fue de estos libros.
2. 1988/1989. Ejecutivos de CODELCO se autoacuerdan, y en su momento se harán pagar, importantes indemnizaciones por retiro que no figuraban en sus contratos.
3. ‘‘Davilazo’’. Los posibles responsables de lo sucedido —no penal ni éticamente, pero sí por negligencia en cuanto superiores del hechor— evaden esa eventual responsabilidad renunciando. Cobran, a la par, sustantivas indemnizaciones, ‘‘blindadas’’ con amplios finiquitos que les otorgan sin la menor reticencia sus colegas de administración.
4. Se descubre, durante la Presidencia anterior, una serie de contratos de asesorías, directos, sin propuesta pública ni privada, y dudosa o aún nulamente defendibles como justificados, cuyos beneficiarios son ‘‘amiguis’’ políticos en momentánea cesantía administrativa. V.gr., dos ex funcionarios concertacionistas, muy altos, que han quedado ‘‘en el aire’’ por diversas razones, forman una sociedad destinada a hacer ‘‘informes internacionales’’ que les contrata CODELCO, la cual no los necesita, amén de no contener nada que no se lea en los diarios. Contrato e informes cesan junto con terminar la ‘‘sequía burocrática’’ de los improvisados expertos, y acceder ambos a sendos, nuevos y excelentes puestos fiscales. De lo que se sabe, ha sido el único trabajo de la sociedad en su corta historia.
5. El caso en desarrollo del entonces presidente de EFE —aquí se juntan las dos megaempresas fiscales— que, desempeñando ese cargo, contrató con CODELCO en 2002 /2004, tres estudios mineros de carácter generalísimo (uno, por ejemplo, sobre el ‘‘Pacto Andino’’), que importaron un total de 95 millones de pesos. Se ignora su contenido, su novedad y para qué los necesitaba CODELCO. Es raro no pudieran realizarlos, sin costo, los numerosos entendidos de CODELCO misma y/o de las otras oficinas especializadas sobre la materia que tiene el Estado, v.gr., COCHILCO o cualquiera de los ministerios afines.
Pero lo más notable es que el nombre del entonces presidente de EFE no figuraba en los contratos. Estos se celebraron con una sociedad anónima cerrada, constituida por la señora madre del presidente, y la señora madre de su socio.
La culpa es de Pinochet, explica el ahora ex presidente de EFE. Como la sociedad se formó durante el régimen militar, y los socios le eran antipáticos, la hicieron ocultándose tras sus respectivas madres. Restituida la democracia, cada uno recuperó y puso a su nombre las acciones que le correspondían.
Desgraciadamente, por tratarse de una sociedad anónima cerrada, los cambios de accionistas no figuran en ningún registro público. De modo que los posibles interesados, y el resto de CODELCO, directorio incluido, no tenían modo de saber que no contrataban con las mamás sino con los hijos.
Quienes no podían ignorarlo eran los ejecutivos de CODELCO que pactaron con el entonces presidente de EFE los contratos de marras. Y esto de nuevo hace preguntarse:
—¿No consideraron esos ejecutivos que eran impresentables contratos directos de CODELCO con el presidente de EFE, tanto más considerando el parentesco político que lo liga a altas autoridades del mayor partido de gobierno? ¿No pensaron que era mejor llamar a propuesta por los contratos?
—¿Informaron a sus superiores, y específicamente al directorio, que CODELCO estaba contratando directamente no con la sociedad X, anónima cerrada, ni con sus socios —dos señoras de edad— sino con el presidente de EFE?
Agreguemos a lo anterior otra inevitable maldición de estas megaempresas fiscales: que los conflictos por remuneraciones no se traten con ellas, sino con el gobierno de turno. Así, siempre, en Ferrocarriles; así acaba de suceder en CODELCO. Pero con una agravante fantástica, que ningún directorio, ni aún de este tipo, hubiera discurrido por sí mismo: que el Gobierno ha ‘‘instado’’ (léase ‘‘obligado’’) a la empresa a negociar una huelga ilegal de trabajadores que QUE NO SON SUYOS, sino de sus subcontratistas, Y SIN LA INTERVENCION DE ESTOS, LOS EMPLEADORES DE LOS HUELGUISTAS. UN RECORD ABSOLUTO, NATURALMENTE.
Y para completar el cuadro, la intervención de los partidos: los comunistas controlan los sindicatos en huelga; los socialistas, aquellos de los trabajadores de planta. Como es natural, están como perro y gato. Lo que gane uno políticamente, lo pierde el otro. Igual que en Lota, el año 1946, mas esta vez sin asesinatos, por fortuna.
Me gustaría pensar y decir que los problemas anteriores tienen alguna solución. Pero no la tienen, más de un siglo de Ferrocarriles del Estado lo demuestra. Megaempresa productiva del Estado, hágase lo que se haga, a la corta o a la larga es sinónimo de manejo político y malo, despilfarro, pérdidas y ruina.
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